VII. Prodigio

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Dos días después de su cumpleaños, ______ se dio cuenta, consternada, que aún no había devuelto la ropa que Wonwoo le había prestado. La camisa y los pantalones colgaban, junto al resto de sus prendas, del antes vacío armario que había al lado de la cocina y que ella había empezado a utilizar para su propia ropa. Era bastante grande. Wonwoo no lo usaba porque tenía el suyo propio en frente de la puerta, así que le permitió que guardara allí su ropa y sus zapatos.

— Tus cosas no pueden estar por cualquier sitio— dijo, antes de echarle una mirada que la joven conocía bien, a pesar del poco tiempo que llevaban viviendo juntos; los ojos entrecerrados, la engreída sonrisita que se dibujaba en uno de los lados de su boca, totalmente diabólica: Paco estaba a punto de salir de su jaula —Sino, mis vecinos podrían pensar que una prostituta se aloja en mi casa.

Si ______ hubiese sabido el tiempo que estaría allí, habría empezado a contar los días hasta que se marchara. Pero, por el momento, la joven tuvo que conformarse con imaginarse estrangulándolo con sus medias, mientras quizá llamase a Taylor para pedirle ayuda para tirar el cuerpo por la ventana, aprovechando que estuviera inconsciente. Cando la policía llegase, ya estaría cerca de la frontera canadiense o tal vez montara una escena entre lágrimas, fingiendo que había sido un suicidio.

______ miró por encima de su hombro. Wonwoo estaba sentado en la mesa, mirando detenidamente un cuaderno que usaba para componer canciones. La joven observó que la página ya estaba totalmente escrita, entonces, ¿por qué la miraba con tanta atención, igual que una hora atrás?

— Oye— llamó su atención —tengo que devolver esta ropa.

Wonwoo asintió ligeramente con la cabeza, con un suave "hmm", mientras golpeaba el lapicero contra la hoja, aunque sin mirarla. ______ apartó la vista y sacó la ropa del armario, cogiéndola con sumo cuidado, antes de cerrar la puerta.

— ¿Y bien?— preguntó con impaciencia —No sé dónde vive su dueña.

Wonwoo se pasó una mano por su pelo negro, que recuperó su posición al instante y la chica deseó que su melena pudiera hacer lo mismo.

— Estoy ocupado— respondió él, aunque ella no le viera para nada ocupado con... lo que sea que estuviera haciendo —No sabes el lenguaje de signos, ¿verdad?

Ella lo miró sorprendida.

— No.

— Eso es un problema, porque la amable chica que te dejó eso es muda— finalmente apartó los ojos del papel, giró la silla y la miró, cruzándose de brazos y golpeando el lapicero contra su propia piel. Por supuesto, no le hizo ninguna gracia centrarse en ella durante esos escasos segundos —¿Por casualidad has conocido a Katja Bähr? Es la chica francesa que vive en el sexto piso aunque, la verdad, no me sorprendería que hubieses huido de ella.

______ rió.

— Sí que la he conocido— se quedó pensativa, recordando a la estrambótica extranjera de pelo color miel, a la que, por suerte, había evitado durante los últimos días —Me ayudó a buscar mi pulsera.

— Bien, bien— Wonwoo alcanzó la libreta, pensó durante unos instantes y se levantó de la mesa, pasando al lado de ______, para llegar a la cocina. Abrió un cajón cercano al frigorífico, alcanzó una pequeña libreta, escribió algo y le ofreció la nota a la chica —Éste es su número de apartamento. Si te recibe su novio, dile que me debe dinero y, que si no me lo devuelve para el viernes, se lo haré pagar.

— ¿Cómo vas a hacérselo pagar?— preguntó ella, incapaz de resistir la curiosidad de saber cómo se vengaría el meticuloso pianista. Él se encogió de hombros.

— Le diré a Katja que ha vuelto a engañarla. Tal vez no parezca demasiado fuerte, pero cuando veas lo que ocurre a continuación, creerás que el mundo ha llegado a su fin— la ahuyentó con la mano —Vete. Si vuelves a molestarme, te pegaré los zapatos al suelo del pasillo y escribiré en medio del ascensor a qué te dedicas.

| m u s e |  ♡ wonwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora