Juegos pirotécnicos

6 0 0
                                    


La noche, como dije antes, estaba realmente hermosa. Sus manos estaban frías y ella estaba triste. Pero era un buen día, aunque ella no se diera cuenta. De repente, aparecieron juegos pirotécnicos en el cielo lleno de estrellas. Ella tomó mi cara entre sus manos, y con un impulso de valentía repentino que le entró en el cuerpo, me robó el aliento con un beso. 

La miré sorprendida. Era el beso que llevaba pensando noche y día. Besar sus labios fue una utopia. Sentí que a la mañana siguiente iba a despertar y todo eso sería tan sólo un suelo. 

Por eso tuve miedo, cuando al despertar, ella ya no estaba. La habitación aún olía al cigarrillo de anoche, el que se fuma todas las noches antes de ir a dormir. Ella no estaba, pero yo seguía allí en su cama, buscándola sin poder dormir. No la encontré bajo la almohada, ni entre su ropa sucia. Ni siquiera en las bragas que olvidó bajo el edredón, justo donde van los pies. 

Ella no estaba al despertar. No dejó una nota, no dejó una carta. Sólo se fue, sin darme un beso de buenos días, porque odia el aliento de las mañanas. Ella no estaba, sólo estaba yo, pensando que quizá todo había sido obra de mi imaginación. 

Sol en inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora