La gente se siente más sola en la madrugada.

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Me gusta escudarme detrás de un "La gente" porque odio verme tan desprotegida, tan desarmada, tan sola. Pero si, esta noche quisiera estar loca.

Quisiera poder devolver unas noches atrás y sentirme bien con lo que tenía. No me picaba bajo la piel el dolor de no tener lo que quiero. Pero ahora mis rasguños duelen.

Todo está muy bien en la cabeza, pero cuando lo plasmas en la realidad se vuelve una mierda. Que las cosas pasen es lo que suele dañarlas, por eso nuestro primer beso fue más lindo cuando lo imaginé.  Las historias de amor suelen ser más lindas en mi mente. 

Pero no existen. Nada existe. El gato no está sonriendo, y el reloj no está sosteniendo el tiempo. Ese conejo está corriendo demasiado lejos, y tengo miedo de meter la cabeza donde no debo. ¿Por qué corres tanto, Alicia? A veces me duelen los dedos del pie izquierdo, al seguir tus pasos que saltan y saltan como en un trampolín.

Hablando de eso, conocí a un señor con sombrero, que amaba los trampolines más que a si mismo. Murió repentinamente de un ataque de tristeza que lo agarró durmiendo.

Anoché soñé que era rubia. Desperté asustada a mirarme al espejo. No estaba. Anoche soñé que existía y desperté asustada para mirarme al espejo. Lo atravesé asustada, y al entrar a tu mundo comprendí. No existía.

Anoche soñé contigo, soñé con las realidades que nos faltó inventar. Tuve miedo de que fueran ciertas y me volví a dormir.

Esta mañana lloré todos los ríos que navegamos en tu barco amarillo. Tenía un paraguas del color de tus ojos, sólo que menos mojado y más sencillo. Era viernes y yo lloraba, porque jamás había aprendido a pensar en color verde. Tus manos se me perdieron en una cajita oxidada, que era transparente y rimaba con el aroma de tu pelo. Paré a comprarte un regalo en esa esquina, entre los barrotes negros que separaban tu realidad de la mía. Estallé en carcajadas cuando dijiste que no me querías, porque yo sabía que si lo hacías. Con el tiempo esa verdad fue desapareciendo, tal como las esperanzas de volver a verte.

Ahora eres un mensaje perdido en el cyberespacio. Una paloma azul con ganas de salir volando.

Ahora eres todo lo que siempre temiste ser, una chica deforme que no se reconoce a si misma.

Había una vez una madrugada muy bonita, que nadie vio porque todos dormían. Yo caminaba desnuda entre un bosque precioso, que tenía arboles muy altos y olor a margaritas. Caminaba hacía un lugar que desconocía, pero que sabia que me andaba esperando antes del amanecer. Podía ser cualquiera, así que antes de que el sol apareciera, te tomé de mi mano y te mandé a volar. Quise salir corriendo de ese sueño tan bonito, porque me asustaba no encontrarte por ningún lugar. Abrí los ojos un par de veces, esta vez estaba vestida y la boca me sabía a tus besos sin hogar. Tú no estabas, porque te habías ido con el viento, y me habías dejado durmiendo sin quererme despertar.

Pensarás que es muy bonito, pero en realidad no lo fue. Todo lo que digo es falso, y tú te lo creíste cuando lo inventé. Nunca he sabido porque llorabas esa noche, pero jamás me atreví a preguntar tampoco. 



Sol en inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora