Un simple pero perfecto día de invierno. Ya es media noche aunque tú quieras sentir que la luz se adentra en tu interior. Café y un buen libro, ¿qué más se puede pedir? Una vieja canción de Nirvana se podía escuchar en la habitación, parecía que la voz de Kurt era capaz de adueñarse de la sala con una simple palabra encontrada entre el mar de letras que es Lithium. Esa preciosa canción que inexplicablemente me recordaba a la morfina y aquellas noches en las que siendo una inocente niña pensaba "Ojalá que Morfeo me acoja en sus brazos", y eso era justamente lo quería Kurt, de manera eterna.
El olor a café complementaba la luz tenue de la habitación, sin embargo el color de este se podía confundir fácilmente con el color de unos ojos ardientes de furia. Aunque no se podía comparar con los ojos de Kurt, los cuales eran tan azules que te hacían viajar a la mitad del océano; desprendían tranquilidad en su ser. Pero cómo no, todo océano en tranquilidad sufre fuertes tormentas. Éstas se daban en momentos de ira en los que el cielo oscurece y el mar bravo sólo es capaz de demostrar este sentimiento con el fuerte oleaje que se puede ver, además de ser capaz de sentir su furia y llevar consigo la fuerza necesaria para romper con todo. Y así causar un bonito, pero gran desastre.
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