Harta de escribir versos llenos de amor a una persona a la que no sé de qué color es su mundo, o si sus lágrimas llegan a fusionarse con el mar. Realmente no sé en quién pienso a la hora de realizar ésta acción. Quizás esté pensando en la armoniosa melodía que me acompaña a cada lugar, o quizás sólo piense en la soledad, aquella que viviendo en ella misma es sentida en tantas almas.
Al fin y al cabo sólo escribo. Dejo mi mente en silencio y doy permiso a mis manos para que comiencen a fluir como tu andar; decidido ante todo, sin miedo a equivocarse.
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