Parte 1. Trato con el Gran Rey Zach de Espejismo.

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  Hace muchos años atrás, en un planeta llamado Espejismo, vivía un poderoso hechicero quien era rey de aquel tenebroso lugar. Aquellas tierras no daban miedo por su aspecto, sino por los misterios y engaños que se decía escondía tras los miles de espejos que conformaban al majestuoso castillo, tanto por dentro como por fuera combinado con oro y plata. 

  La ambición de Zach, pues, ese era el nombre del Gran Rey, fue creciendo en forma desmedida con el paso de los años. Primero, se había lanzado a la conquista de un mundo, luego, de otro más; y acabó por apoderarse de todos los planetas existentes de aquella lejana galaxia. Por cada mundo que obtenía, no sólo conseguía sus tierras sino parte de sus poderes, dejando a los monarcas a su entera merced.

  La verdadera función del Gran Rey consistía en mantener el orden y la paz entre todos los reinos restantes, mas, ahora, era él quien  vivía metido en guerras y negras asociaciones con reyes ya vencidos y tan tiranos como él. Sin embargo, a pesar de su presión y su poderío, dos mundos lograban mantenerse invictos: Libertad y Magia. Mas, aquella fortuna no duró lo suficiente para el primer planeta, ya que, a pesar de todos sus esfuerzos y su natural espíritu de lucha, finalmente cayó en las garras de Espejismo. Magia, seguía libre, pero, sus jóvenes monarcas se preguntaban por cuánto tiempo y a qué precio deberían pagar su resistencia. Este aquí, que el rey Jan, de veintiún años, era consciente de que combatir a un mundo militarmente tan fuerte y capacitado era un genocidio ya que, los magianos, no eran buenos guerreros, educados más a las artes y cultura; por lo que prefirió concertar una cita con el Gran Rey para hallar una solución y garantizar a su pueblo la libertad absoluta y sin riesgos, por medio de algún tratado. Zach no deseaba ni le convenía perder ese mundo del cual podría adquirir una de las ciencias más codiciadas: la magia; así que les dio una "oportunidad" de llegar a algún posible arreglo, no porque fuera bondadoso, sino porque le agradaba que se hablara bien de él aunque no lo mereciera y, además, la reina de Magia era una de las mujeres más atractivas de la galaxia con sus ostentosos dieciocho años, según había oído.

  La cita se concretó en el castillo de Espejismo, los soberanos magianos asistieron puntuales, mas, debieron aguardar para ser recibidos. Tras unos minutos, el guardia decidió avisar al Gran Rey del arribo de la joven pareja; entró a la sala real donde Zach se hallaba acompañado excelentemente por "amigas."

  –Su Gran Majestad... ¡Ejem...!

  –¿Qué quieres ahora? ¿No ves que estoy muy ocupado?

  –Pero, es que llegaron los reyes de Magia, Su Gran Majestad.

  –¡Ah, sí! Lo había olvidado. Hazlos pasar –ordenó tras una señal a sus compañeras que se retiraron de inmediato. El soldado volvió a asomarse para anunciar la entrada de los visitantes.

  –¡El Rey Jan y su esposa, Vella de Magia! –Los nombrados ingresaron e hicieron la debida reverencia al Gran Rey que se encontraba cómodamente en su imponente trono de espejo, oro y terciopelo rojo. El soldado se marchó y cerró los portones, a lo que siguió un mal gesto con su brazo–. ¡Viejo loco! –murmuró. Si bien Zach tenía treinta y dos años, aquel muchacho tendría por lo menos la mitad de su edad y ciertamente, no le gustaba estar al servicio.

  –Bien, tomen asiento, por favor –Zach invitó.

  –Gracias –el rey extranjero respondió.

  –Si no he entendido mal, ustedes deseaban hacerme una propuesta, ¿cierto?

  –Sí, si es posible. –A Zach le encantaba oír las palabras llenas de inseguridad y de miedo. Sí, aquella situación era de su agrado, satisfacía su ego.

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