~El liquido~

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Una tarde normal, la luna brillante, las estrellas acompañando, los ruidosos coches y esas tortugas mutantes luchando contra el clan del pie; sí, de lo más normal, en Nueva York.

Desde lejos se podía oír cómo Katana y espada chocaban, sentir las miradas serias y concentradas; y alguno que otro "Booyakasha". Los dueños de las caras serias y de concentración, portadores de Katana y espada, cada vez más se alejaban de los demás; sin saber que unas criaturas rosadas les esperaban al otro lado del edificio. Ya a unos pasos del final del tejado, sin notar la presencia de esas criaturas, el portador de Katana, habló:
-Karai no quiero hacer esto-
-Yo sí-, le respondió la dueña de la espada, dando un ataque, propuesto para noquearlo pero la velocidad de su enemigo era demasiado alto. Entonces empezaron a oír cómo luces parpadeaban, y pies robótico a andaban; al instante el portador de Katana, se puso nervioso. Paro de pelear, extrañando a su enemigo, al instante de voltearse, sintió como un líquido le echaron y no fue la única, su oponente también se lleno. Los dos empezaron a sentirse de algún modo raro, mientras punzadas de dolor les recorrían; cayeron al suelo, y perdieron la conciencia, dando la oportunidad que los extraños seres pudieran capturarlos. Pero a un solo milímetro, un Sai atravesó su cabeza, sangre no cayó pero chispas soltaron; el agresor le quitó su arma de la cabeza, y luego miro por todos lados por si encontraba alguno más. Dos más seres se acercaron, pero él no los atacó, solo guardo su Sai y miro a los portadores de un bö y ninjacus (no sé cómo se escribe si alguno lo sabe, por favor podrías decírmelo o escribirlo).
-¿Dónde está Leo?- preguntó el portador de un bö y una cara preocupante; en cambio el portador de ninjacus, miraba algo con los ojos bien abiertos y una expresión de asombro. El de naranja apuntó a los dos seres, que parecían estar durmiendo; dos seres que antes no eran así. Los otros dos miraron que señalaba, y se asombraron, de la misma manera del portador de los ninjacus; en el suelo del tejado, se encontraban una tortuga bebe, tiritando de frío y al lado suya, se encontraba una chica bebe, parecida a su enemiga.
-¿Qué, que a pasado?-, pregunto el rudo hermano, que se agacho para coger a los críos, cuales tenían la piel congelada.
-No, no lo sé. Llevémoslos a la guarida, podré investigar más de esto allí-, le contestó el de morado, observando a los pequeños.
-Pero, la chica es Karai, no podemos llevarla a la guarida, es la enemiga-, le comentó el rudo.
-Pero es un bebé, Raph, no la podemos dejar aquí. Y sabes especialmente, que es la hija del Sensei, ¿no creas que será lo mejor?-, le preguntó el de naranja.
-Creo que será lo mejor, están tiritando-, le respondió el de rojo, mientras intentaba darles calor, especialmente a la tortugita que era el que parecía tener más frío.
-Será mejor irnos antes que puedan resfriarse-, les dijo el de morado.

El accidente de amoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora