Enero 10 de 1900
Por dónde empezar... Ni siquiera sé si la historia tenga un inicio o final, ya que siempre me pareció eterna. No tengo la certeza de que esta sea mi historia, ni mucho menos la sombra de lo que ha sido. Todos los que me conocen han tenido el derecho de escribir en ella: borran cosas, queman paginas, reescriben las mismas ideas, esas que ya no son originales; después de eso, me encuentro yo. Ningún derecho se me ha otorgado para dar mi opinión, ya que solo soy más que un libro abierto al público; me pueden dañar o me pueden leer. Sin embargo, queda la esperanza de que hay, en lo recóndito de esa historia, pensamientos intactos dedicados a usted.
La vida me ha sido prestada, como la de todos en este mundo, lo que quiere decir que tengo el tiempo contado, y muy limitado. Las aventuras vividas serán mi legado, y esas viejas memorias quedaran grabadas en una mente confundida y olvidadiza como la suya. Usted será quien le pondrá la importancia que merece a esta carta, y será usted mismo, quien decidirá si cree en lo que digo. Al final la gente escucha lo que quiere entender, lee lo que quiere recordar y vive lo quiere vivir. Todo lo que diga podrá ser utilizado en mi contra, le mostrare mis debilidades y mis fuerzas, quedare al desnudo.
Debe usted saber que no queda mínimo rastro de la persona que suele recordar; podría jurar que ni siquiera soy persona del todo. Todas las definiciones que le dan a esa palabra no han logrado, en lo mínimo, complacerme. En una de mis muchas tardes libres, de esas en las que la soledad te hace pensar más de lo necesario, empecé a buscarle un significado. Leí en muchos diccionarios la misma descripción; "persona" es quien posee una "conciencia" y quien cuenta con su propia identidad. Siendo así, puedo jurar que muchos en la sociedad no son personas, y no llegaran a serlo; incluyéndolo a usted y a mí. Lo digo porque hemos perdido la identidad a causa del dolor, las penas y vergüenzas que nos han hecho bajar la cabeza, hasta perder nuestra dignidad. La "persona" es aquella capaz de vivir en la sociedad, pero usted y yo nunca pertenecimos a ella; debió ser porque era muy estricta, muy limitada, o muy entristecida; debió ser porque íbamos mas allá de sus estándares, con ideas que revolucionarían.
Después de todo este tiempo sin dar noticia, me siento aliviada de escribirle. Entiendo que he sido una impertinente al llegar en su vida sin previo aviso, pero debe entender que solo lo tengo a usted. Quisiera poder seguir escribiéndole, para poder decir todo lo que he callado. Con sinceridad y sin ataduras, quiero deshacerme de todo lo que oculte en estos años. Muchas veces quise comunicarme, pero no sabe usted el temor que le tengo a las hojas en blanco. Me cuesta ver una de ellas y empezar a redactar. No saber cual frase sería la mejor para volver a comenzar. Este día, por fin, puedo mirar atrás y no sentir tanto sufrimiento; sentirme menos pesada al decirle cuanto lo extraño y cuanto lo pienso. El tiempo pasa y nuestra juventud se marchita mi querido joven del paño azul. Le envió susurros a su corazón, diciéndole que aun lo amo; así como usted me susurraba al oído que no me fuera.
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Whispers to your heart
Historical FictionCuenta la historia de un amor clandestino que sucede a mediados del siglo 19 durante la era victoriana. La Srta. Lowell pasa por una etapa de depresión crónica tras la muerte de su abuelo y dedica sus días a existir, escapándose a menudo por las...