Capitulo 11

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Me encamino para el instituto con mil pensamientos rondándome la cabeza. Voy a paso lento y rezando mentalmente para que con la paliza que me dio hoy, calamar a su ira hacia mí.

Antes de lo que me espero me encuentro delante de la puerta del instituto, suelto un largo y pesado suspiro y entro.

Me dirigí al gimnasio, ya que hoy también tienen entrenamiento las niñas del primer día de mi castigo, cuando llego ya están todas las niñas en el gimnasio, recorro mi mirada por todo el lugar y para mí suerte no hay presencia de María.

Cuando llego el entrenador, me pide que guarde algunos balones, coloque algunos conos en el suelo y entre colocar y ordenar esto y aquello, las cuatro de la tarde llegan más rápido de lo esperado.

Sigilosamente, me paseo por el vestuario femenino, recordando el suceso de la última vez, espero que se dejen de meter con ella, por qué no se merece ser despreciada de esa manera, simplemente pensar que una persona puede creerse desgraciada a causa de otras me enfurece, pero luego vuelvo a la realidad y me doy cuenta de esa es mi realidad y si yo no puedo evitar que mi mundo cambie, ayudaré a que el de otras personas pueda mejorar.

Ahora entiendo el por qué Carlos quiere ayudarme, me nota indefensa y quiere protegerme, ojalá pudiera cambiar yo eso por mí misma, pero no tengo la suficiente fuerza dentro de mi, para levantar cabeza, mucho menos teniendo en cuenta de que no me quiero ni a mí misma, viendo mis muñecas hinchadas y un poco rojas ¿En qué estaría pesado en ese momento? El recuerdo me viene a la cabeza y un escalofrío me recorre todo el cuerpo.

Tras pasearme innumerables veces por ese pasillo, me quedo tranquila al comprobar que no hubo ningún comentario fuera de lo normal. Van saliendo una a una del vestuario, pero no me encuentro con la niña del otro día, así que entro adentro para comprobar que no quede nadie, extrañamente no hay nadie, así que suspense que no había ido a entrenar.

Sin darle más vueltas, salgo del gimnasio con alivio al no tener que encontrarme con María, ya que no había asistido al castigo.

Una sonrisa tonta se dibuja en mi rostro al encontrarme con Carlos sentado en un banco, enfrente del instituto. Antes de que llegue hasta él, se da la vuelta, notando mi presencia.

-Hola, ¿Cómo es que estás tú por aquí?

-Decidí venir a buscarte, por si María se le ocurría tocarte

Noto como mil mariposas revolotean en mi estomago, pero con una gran fuerza de voluntad logró apaciguarlas, esa es la última sensación que quiero sentir en ese momento, aún siguen los recuerdos de lo sucedido esta mañana y la mayoría no son muy buenos, así que salgo de mi aturdimiento respondiendo:

-No te preocupes, por que hoy extrañamente no vino al castigo

-Mejor. ¿Vamos a dar una vuelta?

-Si, vamos

Caminamos juntos, en silencio, pero por extraño que parezca, su silencio no me incomoda, estoy tranquila y a gusto con él. Sin darme cuenta llegamos a la cafetería donde tuvimos nuestro interrogatorio.

Después de pedir nuestros batidos, nos quedamos en silencio otra vez, pero mirándonos fijamente a los ojos, sin esperarme su acción, agarra mis manos y las va bajando lentamente hasta apoyarse en mis rajadas muñecas, nuestra vista se posa ahora en mis pequeñas muñecas rodeadas por sus cálidos manos.

Levantó la vista al notar su mirada fija en mí otra vez

- Yo ya hice mi promesa, ahora tienes que hacerme tu una.

Tragó saliva, esperando a que continúe hablando.

-Tienes que prometerme, que tú nunca vas a volver a cortarte

Sus palabras me hielan la sangre, instintivamente bajo la cabeza, sintiéndome intimidada por su presencia.

-Elisa, - su voz suena suave - tienes que prometérmelo, no puedes dañar a tu cuerpo de esa manera, tienes que quererte y valorarte a ti misma más que a nadie.

Mis ojos se empiezan a llenar de agua y una pequeña lágrima se escapa, rápidamente zafo mi mano de la suya para quitarla antes de que él se percate de que estoy aguantando las lágrimas, pero desgraciadamente se da cuenta.

Suelta mi otra mano y se levanta, se vuelve a sentar pero esta vez al lado mío y me cubre con un gran abrazo que me transmite su calidez al instante, tardo unos segundos en corresponderle al abrazo y una vez que lo hago permanecemos en esa posición, donde yo me libero y dejó que las lágrimas caigan.

-Tienes que prometérmelo - me susurra al oído suavemente

Suelto un suspiro resignada al saber que no se rendirá

-Te lo prometo

Noto que tras decir esas palabras me aprieta contra él con más fuerza.

-Vas a tener todo mi apoyo

En ese momento, creo incondicionalmente en sus palabras y sé que de verdad no me fallara, un sentimiento surge en mi, uno que no sentía desde que yo y María éramos amigas: confianza.

Y eso quiero que siga siendo así, mentía cuando decía que jamás podría volver a confiar en alguien, y esta es la prueba de ello.

Nunca antes había puesto tanta confianza en una persona, pero sabía con certeza que él no me fallaría.





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Holaaaaaaa

Siento mucho no haber actualizado en tanto tiempo, a partir de ahora actualizare más rápido.

Espero que os haya gustado este capítulo

( si es así darle estrellita 🌟)

Hasta la próxima

😇

Yo no soy nadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora