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Capítulo 8
Mientras se besaban, Sarah sintió cómo él la conducía hacia su dormitorio. Una vez dentro, cerró la puerta de una patada y la llevo a la cama. Arrojándola sobre ella,
tomó la correa de su albornoz, la sacó completamente y le ató ambas muñecas al cabecero de la cama. Tras abrirle la bata, dio un paso atrás y dejó que las luces de la
ciudad descendieran sobre su cuerpo. Era la perfección en paquete pequeño. Su pelo rubio esparcido alrededor, mientras lo miraba. Sus ojos reflejaron su excitación al
subirse él encima. Le acarició los senos y ella gimió y se arqueó contra sus manos.
-Eres muy bella- murmuró él. -Y receptiva- añadió masajeando sus pechos antes de inclinarse y chuparle un pezón, que rápidamente se contrajo en su boca.
No pudo resistirse a mordisquearlo con los dientes, haciéndola gritar e intentar liberar sus manos. Le acarició suavemente la mejilla y se inclinó para besarla. Rió al oler
su excitación. Iba a disfrutar iniciándola en los placeres de la carne.
Hizo una pausa para quitarse la camisa y la arrojó a un lado de la cama. Agarró el cinturón, se lo sacó despacio y sintió como Sarah temblaba debajo de él, tensando los
brazos. La miró con una sonrisa malvada mientras observaba su respuesta. Tal vez en otra ocasión. Masajeó sus senos restregando los pulgares sobre sus sensibles
pezones.
Al retorcerse, ella rozó su pantalón originando una sensación distinta en su febril piel. Restregó sus piernas una contra la otra para aliviar la presión que aumentaba
entre ellas, y se sintió cada vez más húmeda.
Él la sujetó para que no se moviera y continuó jugando con sus pechos, mientras ella intentaba en vano elevar las caderas.
-Mucha pasión para alguien tan inexperto- dijo cubriéndola de besos por todo el cuerpo. Al besarla suavemente en la pelvis, Sarah gimió. Él se levantó y le ordenó: -
Mírame-. Se desabrochó el pantalón y bajó la cremallera dejándolo caer al suelo. Mientras sacaba los pies, los ojos de Sarah se agrandaron al ver su erección. Asiendo su
pene, lo acarició lentamente hacia arriba y hacia abajo ante la mirada de Sarah.
Le soltó las manos. -Tócame. Sarah rodó hacia un lado y trató de tocarle con timidez, pero el pene saltó en su mano. Haciendo una pausa, le miró insegura. -Adelante.
Esta parte no muerde.
Sarah deslizó lentamente los dedos por su verga y se maravilló de lo suave que era. Su mano parecía muy pequeña imitando los movimientos de él. -Más fuerte- le instó.
-Aprieta más la mano, pero no demasiado.- Cuando Sarah siguió sus órdenes, él cerró los ojos.
-¿Así?- le preguntó mientras su tacto desataba un fuego que había estado latente durante años. Deteniendo su mano, la levantó hacia sus labios y le besó la palma.
-Sí- dijo simplemente.
Subiéndose de nuevo a la cama, la echó de espaldas y colocó sus piernas por encima de sus hombros. Besando la cara interna de sus muslos, fue bajando lentamente,
ante los gemidos de Sarah. Cuando llegó a la abertura, la olió. Su excitación le intoxicaba los sentidos. Mordiendo el interior del muslo, le lamió la raja hasta el clítoris,
que estaba duro y palpitante. Tras apretarlo con la lengua, se puso a succionar de repente, metiéndoselo en la boca. Sarah se arqueó y él deslizó un dedo dentro. Al no
encontrar resistencia, introdujo otro y comenzó a moverlos. Me mintió y no es virgen, después de todo, pensó.
Extrayendo bruscamente los dedos, le levantó las caderas y la penetró. Ante el repentino cambio de presión, Sarah gritó de dolor mientras su cuerpo luchaba por dar
cabida al contorno. -Me haces daño. Vitaly, por favor, más despacio.
Vitaly se detuvo pero no se retiró. -No eres virgen- afirmó rotundamente.
-Sí lo soy. Lo soy.
-Tu himen.
-Los caballos, zoquete. Se me rompió hace años. Por favor, me está haciendo daño.- Vitaly se incorporó cuando Sarah comenzó a llorar, y la tomó entre sus brazos. Ella
trató de escabullirse, pero él la atrajo hacía sí.
-Lo siento. Pensé...-
-Ya sé lo que pensaste- respondió Sarah entre sollozos.
-Shhhh- intentó calmarla. -Me equivoqué. Lo siento. Le frotó suavemente la cadera y la pierna trazando círculos, a la vez que le acariciaba el cuello. Cuando Sarah se
calmó, se relajó en sus brazos. Le oyó murmurar en ruso mientras le besaba el cuello.
-¿Qué has dicho?
-Nada- respondió él, continuando con sus besos.
Al pasarle la mano por la cadera, le tocó suavemente el estómago y Sarah enterró la cabeza en la almohada. ¿Cómo podía este hombre pasar de ser un cerdo
insoportable a volver a excitarla? Se preguntó. En cualquier parte que la tocaba, ella sentía como se acumulaba el calor. Deslizando la mano entre sus pechos, le acarició
la parte superior del tórax. Sarah pronto empezó a anhelar su tacto en otros sitios más íntimos, pero no supo cómo decírselo.
Él deslizó una pierna entre las suyas y le rozó con la rodilla. Siguió con sus caricias y Sarah comenzó a mecerse, restregándose contra la pierna.
-Eso es, jovencita- le dijo mientras continuaba besándola y tocándola. -Cabalga en mi pierna. Muéstrame qué quieres.
Desplazando la mano hacia abajo, su dedo encontró el clítoris y comenzó a presionarlo ligeramente. Ajustando la posición de su rodilla, puso más presión sobre el
clítoris y Sarah empezó a cabalgar con más rapidez.
La presión en el clítoris era increíble. No podía creer que estaba actuando de esa manera. A medida que aumentaba la presión, Sarah gritaba más alto. Alcanzó su primer
orgasmo mientras él le frotaba el clítoris. Tumbándola bajo él, la besó con ternura y ella envolvió su cintura con las piernas.
-Más, por favor- susurró en sus labios.
-¿Qué has dicho?
Tomando su rostro entre sus manos, Sarah le besó con fuerza. -Tómame, Vitaly. Por favor. Ahora.
Gimiendo, él enterró el rostro en su cuello y la penetró lentamente, preocupado por si volvía a lastimarla. Se movió dentro y fuera de ella, introduciendo todo el
miembro poco a poco. Se detuvo y ambos gimieron con sus cuerpos unidos.
Sarah protestó frustrada cuando Vitaly paró. Apretando más las piernas a su alrededor, comenzó a moverse hacia arriba y hacia abajo, alentándole a continuar. Él
levantó su torso y la observó. -Mírame- le ordenó. -Quiero ver tu pasión.
Cuando Sarah alzó la vista, él empezó a moverse de dentro a fuera, con movimientos prolongados. Podía sentir sus músculos comprimiendo su polla, al aumentar la
velocidad y reducir las embestidas. Sus respiraciones se aceleraron al elevar Sarah sus caderas para recibir sus acometidas. Cuando la presión empezó a incrementarse en
su interior, supo que ese orgasmo iba a ser mucho más fuerte. Al sentirlo llegar, se aferró a los hombros de él, clavándole las uñas en la espalda.
Ante el repentino dolor, Vitaly arremetió contra ella, empujando a Sarah hacia el cabecero de la cama. Sujetándola con fuerza, continuó con las embestidas hasta que
Sarah alcanzó el orgasmo. Gritando, comprimió el miembro de Vitaly con sus músculos haciendo que éste aullara. Su orgasmo fue tremendo, se quedó inmóvil, todavía
dentro de ella. Los espasmos de Sarah ordeñaron la verga de Vitaly mientras ambos jadeaban tras correrse. Cuando se recompusieron, se deslizó fuera de ella y la atrajo
contra su cuerpo.
Asiendo la manta, los cubrió a ambos y comenzó a acariciarle el pelo y a besarle el cuello. Rozándole con su boca, Sarah apenas podía mantener los ojos abiertos. Antes
de quedarse dormida, creyó que le oyó decir algo.
Eres mía, susurró adormilado.

UNA VIRGEN PARA EL MILLONARIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora