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Como dije antes, no es la primera vez que escribo esta historia. He tenido varios intentos, ninguno me ha convencido. Sobre todo, por la cantidad de veces que tengo que saltar en el tiempo... en todo sentido de la expresión. La primera vez que lo escribí, fue en mi diario, sin conocer el pasado real ni el futuro de la historia. La segunda vez fue en un blog, que nadie leía, pero era muy reciente y no tenía las herramientas necesarias para contar una historia de esta índole. Como la tercera es la vencida, haré todo lo posible para contar los hechos de la forma más ligera y entendible.

Decidí que lo mejor sería hablarle del día anterior a mi cumpleaños, cuando la señora Jeon llegó a casa. Yo estaba ensimismada en la computadora, a oscuras, atenta a la película que estaba pasando por el primer punto de giro. De pronto sentí la intensa mirada de unos ojos fijos en mi nuca, como si estuviera siendo observada. Me di vuelta. El ente que me miraba era mi amigo secreto, como con ganas de decirme algo. Respiré con tranquilidad, me había asustado —asustada por mi propia imaginación, sugestión, pensé—. Al instante, recibí carcajadas ante mi notorio susto.

"No encontraba el momento justo para decirte que hay una mujer en el jardín."

Caminé hasta la ventana de mi habitación y levanté la persiana para ver hacia afuera. El Sol estaba fuerte ese día, su luz me encandiló. Con los ojos entrecerrados debido al rotundo cambio de iluminación, pude ver a una mujer más o menos de la edad de mi madre. Tenía puesto un sombrero de mimbre, una camisa blanca, abotonada hasta arriba y metida dentro de una falda de tubo que era larga hasta la mitad de la pantorrilla, y unas sandalias de taco corrido. En sus manos llevaba un par de maletas, su paso delataba que eran bastante pesadas.

Sonó el timbre. Mi madre me llamó para que vaya a la planta baja a saludarla. Como era de costumbre, Chimchim me acompañó todo el camino de bajada.

"Ryu..." decía él cada vez que bajaba un escalón. "Ryu, Ryu, Ryujin..."

"¿Qué?" susurré con molestia y paré mi marcha para no ser escuchada ni vista por nadie más. Había veces en las que deseaba que mi imaginación tuviera un botón de apagado, de pausa al menos.

"Dime algo".

"Algo".

"Hábil", dijo señalándome con el dedo índice. "Pero dime quién es esa mujer".

"Creo que es la nueva cocinera: Soojung Jeon", dije retomando mi marcha.

Al poner un pie frente a la puerta de entrada, mi madre me tomó por los hombros y me miró de arriba a abajo. Me acomodó el cuello de la remera, me peinó los cabellos con sus dedos y se fijó en que todo estuviera en orden. Chimchim se rió de mí, otra vez, mi madre siempre se ponía así de preocupada por mi imagen cuando había visitas.

Una vez conforme con mi apariencia, abrió la gran puerta. Tenía muchas cerraduras pero como era de día solo había una barra interna que bloqueaba una de las hojas, la otra estaba abierta. Giró el antiguo pomo labrado, dejando ver a la señora que estaba al otro lado. En ese instante, Chimchim se escondió detrás de mi espalda como si estuviera en busca de protección... lo que creí absurdo, ya que nadie podía verlo. Por otro lado, Soojung se veía mucho más linda de cerca, sus ojos eran grandes y los negros cabellos que le caían por la frente eran gruesos y brillantes, olía a naranja y lucía una sonrisa radiante.

"Hola", dijo con cordialidad, su voz transmitía paz. Extendió su mano como para saludarme. "Tú debes ser Ryujin."

"Y usted debe ser la señora Jeon", dije intentando sonar lo más respetuosa posible, tomé su mano en un apretón.

"Solo porque el papeleo es lento", rió ella, haciéndome sonreír.

Mi madre dió un paso interponiéndose entre la mujer y yo, sobria.

Mi Amigo Secreto [Jikook/Kookmin] EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora