El avión que nunca llegó

Capítulo IV

En cuanto Deivid extendió la mano para agarrar la maleta en la que se hallaba Rex supo que la situación en la que se hallaba era peor de lo que pensaba. Una pequeña llama estaba comenzando a quemar la parte trasera de la maleta, y al sacarla descubrió que al fondo de la estantería del equipaje a mano había fuego, y todo el humo que se hallaba concentrado en la zona se expandió por todo el avión, haciendo toser escandalosamente a los viajeros. En cuanto Deivid abrió la maleta lo suficiente como para crear un boquete por el que salir, Rex no se lo pensó un instante y salió agilmente de la maleta, justo a tiempo para no ser deborado por las calidas llamas del fuego que se había apoderado de la maleta. Deivid la soltó rápidamente, dejandola caer al suelo, ayudando al fuego a ganar terreno y a expandirse por los suelos del avión, deborando todo lo que se encontraba por su camino. El fuego se expandió de Forma horizontal, dividiendo el avión en dos partes.
Todos gritaban desesperados, apretujandose contra los lados del avión y tosiendo fuertemente por el humo que desprendía la hoguera. Ante esta situación, el piloto se vio obligado a hacer un aterrizaje forzoso en medio de la selva. Comenzó a descender torpemente, ya que el ala derecha del avión estaba destrozada, creando turbulencias y maniobras extrañas. El humo le dificultaba la visión al coopiloto, que pulsaba botones y obedecía ordenes sin césar. Pero, cuando el piloto daba por echo lograr aterrizar, el avión abandonó el ala derecha, haciendo perder el equilibrio al aeroplano.