II

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—¿Todo bien? —pregunta mi mamá, luego de agradecerme cuando le entrego el azúcar. Asiento rápidamente hacia ella, esperando que Henry llegue hasta nosotras. 

—Los vecinos me han invitado a comer hot dogs, no sé si sea una buena idea, pero ya he aceptado y... 

—¡Es excelente! Tenemos que comenzar a socializar. Este es tu nuevo hogar, por lo tanto, hay que llevarse bien con todos los vecinos que podamos —me sonríe. 

Como les dije, ella es un arcoíris. Además, sabe que no soy tanto de socializar, así que cada vez que me ve con ganas de salir, me deja sin rechistar. Eso podría ser un tanto peligroso... pero, al menos, no me aprovecho de eso. No intencionalmente, al menos.

—Bueno, espero que nos notifiques si pasa algo raro, para no preocuparnos. —Le regalo una sonrisa tranquilizadora a Henry, a pesar de que no sea mi persona favorita, debo admitir que su atención en mi es genuina. 

Ambos besan mi frente en forma de despedida, sacándome una mueca y vuelvo a caminar hacia ese pequeño espacio que divide mi casa con la de los Holland. 

Bueno, aquí voy, puede que disfrute o puede que sufra. Quizás ninguna o quizás ambas. 

Me siento más confiada cuando llego a la casa, notando que han dejado la puerta abierta. Me quedo en mi lugar un momento, tímida de entrar, pero si me han dejado la puerta abierta, es porque no les importa, ¿verdad? 

Doy unos cuantos pasos nerviosos, observando el lugar. La casa es ligeramente diferente a la mía; seguro fue remodelada con los años. Al entrar, me topo con un corto recibidor de tapiz de plantas, lleno de fotos enmarcadas de, los que supongo, son los miembros de la familia. Se encuentran distribuidas de manera planificada por ambas paredes, marcando el camino hacia la amplia sala. 

Comienzo mi recorrido, mirando cada una de las fotografías sin mayor importancia, hasta que una en particular llama mi atención, justo la que da a la sala de estar de la casa. En ella, se observan cuatro chicos, vistiendo ropa navideña y sonriendo a la cámara. Uno de ellos, Sam, sostiene a un perro. 

Sonrío, siempre he querido una familia así, pero siempre fuimos mis padres y yo... y bueno, Henry, supongo. 

Cuando me acerco para detallar mejor la imagen, escucho una risa casi infantil y otra más gruesa acercarse. Giro mi vista de golpe, totalmente desprevenida, paralizada y... no puedo evitar lo que pasa a continuación. 

Un niño pequeño, de unos 12, quizá, corre hacia mi dirección a toda prisa y sin cuidado, alertándome. Sin importarle quién rayos soy, se detiene detrás de mí, usándome como escudo o escondite, realmente no lo sé. 

Vuelvo la mirada hacia él, nerviosa, tratando de entender el porqué de su acción o quién rayos es, cuando algo impacta muy fuerte contra mí, haciendo que pierda el equilibrio por el repentino ataque. El chico detrás de mí parece darse cuenta del golpe salido de la nada, porque corre hacia otra dirección, importándole poco el que me encuentre tambaleándome, perdiendo el equilibrio.

Trato de buscar algún objeto con el cual sostenerme, justo cuando mis piernas pierden fuerza por la torpeza de mi intento y me resbalo. 

Cierro los ojos con fuerza, esperando una caída penosa que jamás llega, pues siento que algo me sostiene rápidamente, algo que parece ser unos brazos anchos, fuertes. 

Logro sujetarme de estos brazos desconocidos, buscando no volver a perder el equilibrio. Me enderezo rápidamente, con ayuda de la persona, topándome cara a cara con un chico que me mira entre sorprendido y apenado. 

—Lo siento, pensé que eras Harry, lo siento. Por cierto, ¿quién eres? —El chico se separa poco a poco de mí, asegurándose de que ya puedo sostenerme por mí misma. 

The Older Brother. (#1 Bilogía Brother) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora