4- Un pelirrojo, un moreno y dos rubios.

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El día siguiente fue todo igual. Los cuatro chicos hablaban como si se conocieran de toda la vida. Bueno, Cristian no hablaba. Le seguía sin gustar Daniel. Porque se llamaba así, ¿cierto?

A David y Zeus les tocaba de nuevo juntos la clase de sociales. Se sentaban juntos. Oh, vamos, ¿no habían más sitios?

Zeus no lo admitía, pero David lo notaba. Él lo odiaba desde aquél día en el parque. ¿Será así con todos? David lo intentaba, en serio, intentaba llevarse igual de bien que con Sergio y Breixo. Pero en cambio Cristian no hacia ni el menor esfuerzo. ¿Qué pasaba con él? David solo quería tener amigos en Madrid y que todo fuera como en Barcelona.

Mientras que la profesora explicaba cosas aburridas David comenzó a pensar qué hubiera sido si no se hubiera ido de su pueblo natal. Tendría a su familia cerca, tendría a sus amigos de la infancia y seguiría con Álvaro...

David no pudo evitar sacar alguna que otra lagrima recordado su relación con aquél chico que quiso demasiado. ¿Por qué a él? ¿Por qué siempre tenía que sufrir? Seguro que Álvaro ya está con otro mientras que él está en Madrid sufriendo. Ya está. Decidido; va a volver a enamorarse y va a olvidar a Álvaro. O eso espera.

Mientras tanto, él no se estaba dando cuenta de que a su derecha un moreno y borde chico lo estaba mirando apenado. Está llorando como hace unos días. ¿Qué le pasará?

"A veces la gente llora, no porque sean débiles, sino porque llevan demasiado tiempo siendo fuertes" escribió Cristian pensando en la situación de David.

—Muy bien alumnos, hoy haremos grupos para un trabajo— los amigos comenzaron a hablar entre ellos, para decidir quién iba con quién— ¡Silencio! En ningún momento dije que pudierais elegir. Yo misma los haré.

Gritos de desagrado se escucharon, hasta Cristian se quejó. Seguro que con la mala suerte que tenía también le tocaba con el enano ese.

—Muy bien. El grupo uno estará compuesto por... Rocío, Cristian— al menos le había tocado con una lista, ¿no? —Juan y... David.

Ahora hablando en serio. ¿Esto era una broma?

David y Cristian salieron de la clase, uno enfadado con el mundo y otro feliz. A lo mejor hacer este trabajo les unía más, ¿no?

Se iban a reunir con sus amigos, hasta que una voz aguda los llamó.

— ¡David, Cristian! —la rubia fue corriendo hacia los chicos, llevando al pelirrojo también con ellos—. No pienso suspender Sociales así que esta tarde quedaremos para poder organizarnos, ¿de acuerdo? —Los tres chicos la miraron con los ojos bien abiertos y asistieron con la cabeza—. Muy bien. ¿A qué casa vamos?

—Mis padres no están hasta dentro de una seman...—David podría haber seguido hablando, pero la rubia se lo impidió.

— ¡Perfecto! Ya tenemos lugar. Saldremos juntos de aquí e iremos directamente a casa de él —lo señaló con el dedo índice—. Ah, por cierto no os enamoréis de mí. —sacudió una parte de su pelo, intentando imitar a una pija.

—Tranquila, soy gay. —David afirmó tranquilo. Cristian se giró hacia él con los ojos muy abiertos y sorprendido.

—Mejor.

Dio media vuelta y se fue.

—Demasiado tarde, rubia—dijo el pelirrojo observando como la chica se alejaba. Miró a Cristian— ¿No saldrías con ella?

—Me van los penes. Pero no está mal.

David al escuchar eso... ¿Se alegró?




Una vez acabaron las clases, los 4 se dirigieron a casa de David. Cristian miró a sus alrededores y les parecieron familiares... oh, no puede ser. ¿Esto era algún tipo de castigo? ¿El karma? Paró de caminar de golpe y los otros tres lo miraron extrañado.

— ¿Qué haces Zeus? —Preguntó el pelirrojo.

— ¿Cuál es el problema? —David no tuvo que hacer esa pregunta.

— ¿Qué cuál es el problema? —Rió— El problema fue que el sábado salí a leer un libro. El problema es que mis amigos son demasiado amables. El problema es que tengo una mala suerte de cojones. El problema es que alguien se mudó enfrente de mi casa. El problema es que la de sociales me odia y por su culpa tengo que hacer un trabajo con alguien que no me cae bien. ¡El problema eres tú, idiota! —y se dirigió a su casa, dejando a un chico a punto de llorar en medio de la calle.

Tus ojos que no me miran al mirarte.
No se encuentran con los míos
Que esperan impacientes tu brillo.
Cuando intento mostrarte lo que grita mi corazón
Solo hielo y desprecio te dignas a entregarme.

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