Capitulo 3: Buenas impresiones y primer día de instituto.

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X: Hola guapa, nunca te había visto por aquí, ¿me equivoco diciendo que es la primera vez que vienes?

Me giré sobresaltada al escuchar aquella voz masculina, y me encontré enfrente de un chico muy guapo, alto, con el pelo castaño y los ojos claros de un color azul verdoso. Estaba de pie, mirándome fijamente con una cálida sonrisa. Parecía el típico chico que ligaba con todas, el "chulito" del instituto que organizaba fiestas todos los findes. El típico chico con el que no quería juntarme.

Yo: ¿Y tú eres? - dije borde.

X: Un chico demasiado curioso, pero es que uno no tiene todos los días la oportunidad de hablar con una chica como tú - al ver que no contestaba siguió hablando - por tu acento, diría que eres de Madrid y parece que no estás muy contenta por estar aquí, ¿me equivoco?

Yo: ¿Tendría que contestarle a un completo desconocido como tú?

Él me miró sorprendido, no debía de haber recibido nunca una respuesta como aquella. Las chicas debían de caer rendidas a sus pies nada más verle, pero yo no era una de esas.

X: Lo de ser un completo desconocido es fácil de arreglar, sólo tendrías que acompañarme a dar un paseo. Te enseño ésto y de paso te invito a un helado.

Yo: ¿Qué te hace pensar que voy a decir que sí?- dije antipática.

X: Todas lo hacéis.- dijo guiñándome un ojo.

¿Cómo podía ser tan arrogante y engreído?

Yo: Pues espera sentado - dije levantándome para irme.

De repente me agarró del brazo y me acercó a él. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.

X: No vas a conseguir librarte de mí tan fácilmente, al final todas caen. - me dijo al oído en un susurro.

Tras eso se dio la vuelta y se fue, no sin antes dirigirme una pícara sonrisa.

Al llegar a mi casa, subí directamente a mi cuarto a ordenar todas mis cosas. Todas mis colecciones de libros llenaban ya las estanterías, y ya había colocado toda mi ropa en el armario. Me apetecía descansar un poco, y la verdad es que me venía bien, ¡al día siguiente empezaba el instituto!

Me desperté temprano.

Estaba muy nerviosa y no podía conciliar el sueño, así que decidí bajar a la cocina y desayunar. Me preparé un tazón de leche con cereales y cuando hube terminado, subí a mi cuarto a ducharme, arreglarme y vestirme.

Elegí un conjunto de mi armario: unos vaqueros, una blusa de flores, y como no, mis Mustang blancas; me puse un poco de colorete y brillo de labios, y me dejé el pelo suelto.

Mis padres ya estaban despiertos y listos para salir, de modo que cogí mi mochila y me subí al coche. Cuando llegamos al instituto, me bajé, le dije adiós a mi padre con la mano y crucé la entrada.

Los pasillos estaban llenos de gente, alumnos del instituto, que cuchicheaban y murmuraban a medida que yo pasaba por su lado en el intento de encontrar mi taquilla en algún lugar de entre aquellos abarrotados pasillos.

Queriendo QuererteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora