Red Strings of Fate

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Jihoon no puede precisar el momento exacto en que se enamoró de Seungcheol. Ni siquiera notó que tenía esos sentimientos hasta que alguien se lo dijo. Gracias, Seungkwan. Ni siquiera se había dado cuenta de que también era capaz de amar como todo el mundo a su alrededor.

Podía verlos; los hilos rojos del destino que unían a las personas por el meñique. Sin embargo, era extraño porque no todo el mundo tenía un hilo atado a ellos o este era negro y colgaba de sus dedos sin vida. Aprendió rápidamente lo que significaba este último. El negro representa la muerte de tu alma gemela y le entristecía cuando dos almas gemelas nunca se conocían. No es que le importara demasiado. Odiaba el amor. Sin embargo, odiaba más la muerte. Aunque que no haya hilo tenía múltiples soluciones; eran asexuales, su amor aún no había nacido o tenían la mala suerte de ser el alma gemela de Jihoon.

Jihoon conoció por primera vez a Seungcheol cuando tenía cinco. Sus padres eran dueños de una tienda de café y la madre de Seungcheol tenía la suficiente mala suerte de trabajar allí. Jihoon no solía dejar el confinamiento seguro de arriba, pero la vez que lo hizo, conoció a Seungcheol. Este había entrado en la tienda con su padre para encontrarse con su madre al final de su turno. Se quedaron durante 9 minutos y 49 segundos, no es que Jihoon estuviera contando. Durante ese tiempo, Seungcheol hizo notar su presencia al menor después que de la madre del pequeño hiciera un alboroto de lo grande que se había vuelto desde que lo vio por última vez, que era probablemente la semana anterior, pero ella era extraña y Jihoon no la entendía.

Después del primer encuentro, las visitas de Seungcheol se hicieron más frecuentes y Jihoon se la pasaba un poco más abajo, por lo general pintando o leyendo. No fue hasta su tercera visita que la madre de Jihoon logró presentar a Seungcheol formalmente. La forma más sencilla de decirlo es que fue incómodo.

— ¡Seungcheolie, conoce a mi pequeño Jihoonie! — La madre del menor deslizó un brazo alrededor de este y tiró de él a su lado. Era una acción que siempre hacía que se tensara, no importaba lo mucho que trataba de convencerse de que se trataba de su mamá.

— ¡Hola Jihoon! — sonrió Seungcheol, dejando ver una imagen de un golden retriever. Soy Seungcheol, ¡¡pero me puedes llamar S.Coups!! — rió Seungcheol. Fue una de las etapas por las que pasó. Esta era en la que decidió que los apodos geniales eran una necesidad. Lo lamenta ahora. Jihoon nunca ha dejado que se olvide.

— Es un placer conocerte —. respondió Jihoon en voz baja que carecía de emoción y entusiasmo, lo que Seungcheol exudaba.

— ¡Voy a llamarte Woozi! —Declaró Seungcheol.

— ¿Por qué? —Jihoon estaba un poco nervioso, habiéndose comunicado sólo con su familia hasta este punto de su vida.

— Porque parece que te costara estar parado con esas piernas débiles — respondió, con más risas. Jihoon tiró todos sus lápices de colores a él después de eso y Seungcheol escapó a la comodidad detrás su padre.

Ambos hablaron con más frecuencia después de eso. Sus reuniones se volvieron diarias y, a veces Jihoon llevaría a Seungcheol a su habitación y jugarían o el mayor hablarían con él, sobre todo a él, por unos pocos minutos antes de que tuviera que irse. Las visitas se hicieron más largas cuando Seungcheol se hizo mayor y se volvió más independiente. Sus padres tenían más fe en él ya que el café estaba por la calle de su casa. Eventualmente, los dos se volvieron los mejores amigos.



Jihoon le dijo a Seungcheol sobre su capacidad de ver el hilo rojo del destino a la edad de diez. Éste estaba sorprendido y siendo el niño curioso que era, preguntó quién era su alma gemela. Jihoon respondido con un: No tienes un hilo.

Red Strings of Fate ☆ JiCheol | [Traducción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora