Clarke POV
Cada cosa tiene la importancia que tú le das. Con las personas pasa lo mismo.
Yo procuraba no darle a Lexa demasiada importancia, pero ella solía desafiar ese hecho haciendo o diciendo cosas estúpidamente bonitas sobre mí cuando estaba conmigo.
Ahora había tres Lexas: la que estaba conmigo y bromeaba y era agradable estando a solas, la Lexa para el resto del mundo, seria y pasota, y después estaba la Lexa de Costia.
Debo admitir que me crispaba que conmigo a solas fuera una persona totalmente agradable, incluso dulce y cálida, y cuando andaba Costia alrededor yo desapareciera.
Pero estaba acostumbrada a eso.Luego estaba el extraño cambio: Lexa era desagradable con todos menos con mi amiga, y aunque solía ser antipática y arrogante con el resto de personas, antes simplemente pasaba de ellas. Es decir, ignoraba a cualquier ser, pero ahora no. Al menos, a mí no. Me miraba de manera rara, más seria, y sus bromas eran más hirientes, intencionadas. Debía mantener vivo el recuerdo de la Lexa agradable y pensar que quizás me trataba de manera fría y sarcásticamente cruel para ocultar cualquier pista que diera a entender la nueva cláusula de nuestro contrato.
Sin embargo, tenía ganas de gritarle que era estúpida. No debía ser una capulla conmigo delante de todos para diferenciarse del comportamiento pacífico y afable que me mostraba en su casa.
Como ya he dicho, yo procuraba no darle demasiada importancia...
Y fracasaba estrepitosamente. Sobretodo en días como aquel.Odiaba madrugar en verano.
Se sentía como tirar una cajita feliz del McDonald's a la basura sin mirar qué juguete trae; es un desperdicio.
Aun así, había algo que odiaba más que madrugar en verano, y es que algo o alguien (como el sol abrasando mi ventana o Raven saltando con su culo sobre mi cara), me despertasen por sorpresa.- ¿Quieres quitarte de encima? - berreé pellizcando la nalga derecha. Raven gritó y salió de mi cara de un salto, escopeteada -. Pensé que habías superado la manía de utilizarme como sofá a los siete años.
- ¿Te cuento un secreto, Clarke? - me miró sonriente mientras se sobaba su trasero y yo la miraba mal desde la cama; ahora no podría dormir de nuevo, al menos no sin tener pesadillas con su trasero quitándome la vida -. Te mentí. Nunca podré dejar de sentarme sobre tu cara. Es demasiado cómoda.
- Tú si que eres cómoda - rosmé levantándome y arrastrando mis pies -. Tienes más morro...
- Me amas igual - besó me mejilla y comenzamos a bajar.
Ella me comentó que sólo me había levantado a las nueve de la mañana de un viernes de verano porque se aburría, y tuve que hacer mi mejor esfuerzo por no tirarla escaleras abajo, recordándome que ya eran muchos años con ella y debería estar acostumbrada a las ganas de matarla.
Ese día sería especialmente caluroso porque se avecinaban tormentas eléctricas, así que habíamos decidido ir a la piscina de mañana. A la tarde vendrían los chicos del pueblo a pasar el rato. Sin embargo, Raven me levantó dos horas antes de lo previsto.
Desayunamos y fuimos al patio de Costia. Raven decidió comenzar a bañarse mientras yo me balanceaba en el columpio que Costia tenía en una esquina.
La miraba riendo mientras ella trataba de mojarme salpicando todo lo posible, pero el agua caía muy lejos de mí. Desistió veinte minutos más tarde y se apoyó en el borde de la piscina, mirándome de manera sospechosa.- ¿Qué? - pregunté nerviosa.
Ella sonrió lentamente.
- Me había dado cuenta antes, pero sólo quería esperar a comprobar si de verdad creías que podías ocultármelo o ibas a decírmelo al fin - respondió divertida.