capítulo 15

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XION

-hay una chica Antonio- hago una pausa- que me gusta.

Un gran silencio se forma en la habitación. Aquel silencio me recordaba todas las lluvias del mundo cayendo sobre la faz de la tierra.

Al fin y al cabo, y aunque no lo negué pero si lo esquivé, la frase dicha por Antonio, ya hace bastante rato, era verdad.

El silencio era algo frio

Sobre todo cuando uno lo incitaba.

Había tantas cosas que odiaba.

Odiaba cuando las cosas se salían de control, y me sentía como un pequeño ratón acorralado.

Me sentía como hace tantos años atrás.

Soy fuerte. Claro que lo soy. Insistía en mi mente, sabiendo que era verdad.

El mundo es perfecto. Las personas en el, no. Y por más que trataran de serlo, solo eran tristes y ambiguos intentos, y nunca estarían ni cerca de conocer que es la perfección.

Porque los que se creen perfectos, no lo son. Y los que no creen serlo, son la perfección pura.

Fuerte.

Si lo soy.  Y por ello no me negaba a la atracción que sentía por  Zaira.

Ante mi, ella es tan imperfecta y perfecta a la vez.

-¿quieres enamorarla?

Una simple pregunta. Bastante fácil de responder. Para algunos.

Para mí no.

Ella me gusta de una manera…tan confusa.

Pero eran cosas tan diferentes. Gustar  y enamorar.

Al ver que no respondo, sé que me va hacer otras preguntas.

-¿le gustas?- pregunta mientras se acomoda en la cama.

Me quedo en silencio y tomo un poco de café. Analizando bien la pregunta. Me tomo mi tiempo en hacerlo.

¿Le gustas Xion?

La primera vez que la vi. Se veía muy guapa con ese vestido rosa. Recuerdo como la había detenido y levantado la voz, para decirle que el chico de la caja la estaba llamando. Y dios…cuando me dijo que estaba sorda, me sentí como el peor de los malditos, ya que le había dicho 《¿estás sorda?》

Trate de compensarlo, enviándole unas rosas, chocolates, y unas simples joyas. Cosas que le gustan a las mujeres. Pero claro, ella devolvió todo. Si digo que me moleste, seria mentira. Me irrito de una manera descomunal, pero de ahí, nada.

Me di cuenta que no era interesada, pero eso no fue de lo único que me di cuenta.

Por primera vez en mis 31 años, me di cuenta que quería un beso de una mujer y esa mujer era ella.

Días de confusión me llevaron a su casa, con la escusa de llevarle un contrato. Solo una leve escusa, yo podía mandar esos papeles con uno de mis abogados, pero no quería que otro la viera, yo era quien la quería ver y observar.

Intente irritarla  y lo conseguí. Lo supe cuando le dije que no era mi tipo, por dentro yo tenía una gran sonrisa de triunfo, al observar su ceño fruncido.

Hace tanto tiempo que  no me permitía relajarme y pensar de esta manera.

Pero todo se salió de control esta noche.

No tenia que besarme. No estaba preparado. Me gusta rosar mis labios con los de ella, la suavidad de estos, me excitaba de una manera inquietante.

Por poco me salgo de control al frente de ella. Cuando ella se separo, me sentía tan sucio y cochino, como cuando aquella sucia y maldita puta terminaba.

Recuerdos pasaban y se iban extendiendo alrededor de mi mente. Quería que ella entrara en su casa muy rápido, para poder marcharme rápido.

Todo estaba en mi mente, yo podía controlar mi cuerpo. O eso pensé, pero los temblores y nauseas llegaron muy rápido, como aquellos recuerdo. No quería tomar aquellas pastillas, yo quería controlar mi propio cuerpo.

¿Querer o poder?

No quería, pero al final no pude evitar ser bombardeado por tantos recuerdos, y no me toco más que ser débil y rendirme a esa realidad.

No puedo controlar mis pensamientos.

-creo que si-respondo por fin- me beso- comento.

Levanto la mirada, y me encuentro con una mirada marrón analizadora.

Hace una mueca extraña con sus labios, colocándolos hacia un lado.

-¿le seguiste el beso?- pregunta mirándome fijamente.

-al principio-  exprese sin ningún tono en especial.

Hace un extraño sonido con la lengua negando con la cabeza.

-¿crisis?

-minutos después.

Pasan unos segundos de silencio.

-¿es la chica a quien le enviaste flores?- Asiento. El, bufa- solo a ti se te ocurre esas tontas mierdas, y para peor, hiciste que las enviara la nieta de Will.

Aprieto la mandíbula, y lo miro directamente a los ojos. Pero no hago ningún comentario.

-eso se hace en persona Xion, no mandas hacer a una bebe, lo que un hombre tiene que hacer.

Me levanto de la silla, con la paciencia (de la cual carezco) al límite. Aprieto mis puños a cado lado de mis caderas.

-yo no mande a la niña a entregar nada. Además yo en ese momento estaba ocupado- una sonrisa algo irónica aparece en los labios de Antonio.

-claro- dijo de forma sarcástica.

Me encojo de hombros con una actitud indiferente.

Miro hacia abajo y observo mi mano, con el café todavía en ella. Alzo mi mano derecha y empiezo a tomar grandes sorbos.  El sabor dulce y agrio al mismo tiempo del café, me hace tomarlo más de prisa.

Observo la habitación. Igual que todo e hospital. Sombría.

-Xion- escucho como me llama Antonio. Hago un sonido con la garganta, para que sepa que lo escuche- ¿crees en el amor a primera vista?- una extraña expresión envuelven sus ojos. La melancolía.

Al no sentir más café en envase, camino a paso lento hasta la papelera de la esquina. Boto el embase y me giro observando a Antonio.

 -que pregunta  más tonta- espeto rodando los ojos.

-responde- espeta Antonio de manera dura.

Me cruzo de brazos y niego preguntándome porque me hace esa pregunta.

-no- digo con voz ronca- no creo en el amor a primera vista- el me observa atento, pero sé que no me puede ver muy bien, por la oscuridad de la esquina donde me encuentro- pero si en el querer la primera noche.

Cada quien piensa como quiere, y yo lo veo de esta forma.

-si quieres enamorarla, tienes que utilizar diferentes formas de seducirla. Ya sabes que le gustas, tienes que usar eso a tu favor.

Una sonrisa aparece en mi boca. Este doncito no va a cambiar.

Me siento en el sillón y me recuesto. Estoy tan cansado.

Pasa más de una hora donde ninguno de los dos a hablado, pero yo rompo el silencio.

-Ya sé como seducirla- con un brazo detrás de mi cabeza y los ojos cerrados, la comisura de mi labio se eleva- me gusta bailar salsa, que más que eso. Puedo pedirle una cita- escucho un bufido de parte de Antonio, así que abro los ojos.

Una sonrisa se extiende por sus labios y asiente.

Está de acuerdo.

Me gusta esa mujer, y sea como sea, quería tener algo con ella.

El heredero del diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora