Capítulo 1: Motel

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Paige.

— ¿Estás bien? —. La voz de Callie me sacó de mi estado de inconsciencia.

Le escuchaba repetidas veces nombrarme, hasta que fui capaz de obtener fuerzas suficientes para abrir los ojos. Mi visión era un tanto nublada, no era capaz de distinguir nada, apenas reconocía su rostro; Su largo pelo lacio tan suave como seda, que ahora se encontraba sujeto a una alta cola. La rubia clavaba sus azules ojos en los míos, reflejando abiertamente el miedo que habitaba en ellos. Tal parecía que en cualquier momento desbordarían lagrimas a su alrededor.

— ¿Qu-quién eres?

Su rostro se descompuso en un pánico provocado por mis pronunciadas palabras. Me mofé descaradamente en su cara en el momento que no pude controlar la risa que brotó descontrolada desde lo más profundo de mi garganta. Un golpe férreo fue propinado hacia mi brazo izquierdo casi de inmediato, por lo que me quejé.

— ¡Auch! ¿Golpeas a un herido? ¿Qué clase de persona eres? —. Pregunté con fingida inocencia mientras Callie me fulminaba con la mirada.

Vale, tampoco era como si tuviese que dirigir una broma de esa magnitud de buena forma.

— ¿Qué demonios sucedió? —. Inquirí incorporándome en mi lugar. Una de mis manos llegó a un costado de mi cabeza la cuál dolía a cojones.

—No lo sé —. Dijo angustiada perdiendo su vista en alguna otra parte paralela a mis ojos. —Íbamos caminando por la calle cuando caíste, supongo que te desmayaste.

Sentía mi cabeza dar vueltas, desconcertada, nueva vez repliqué.

— ¿Dónde coño estamos y por qué tengo un dolor inmenso de cabeza?

Sonrió antes de abrazarme. —Ni siquiera un fuerte golpe contra el concreto te cambia, me alegra saber que no te he perdido.

Sonreí. —Detente, mira que me bañas con tus lágrimas.

De inmediato se apartó de mí sonriendo hacia mi dirección, le sonreí de vuelta sintiéndome acogida por su preocupación hacia mí. —Joder, Paige, me diste un susto de muerte. Estamos un hospital, llamé a tu padre y me pidió explícitamente traerte hacia éste. Vinimos en ambulancia, mis nervios al verte en ese estado probablemente nos habrían hecho tener un accidente si conducía... —. Los nervios sin duda no le permitían hablar con claridad, además de que sólo la escuchaba farfullar, farfullar y nueva vez farfullar. Volteé mi cabeza, ignorando groseramente lo que mi mejor amiga parloteaba una y otra vez. No lo aguantaba, el dolor de mi cabeza aún persistía sin ceder ni un poco. —...Traje tu expediente clínico —. Cabe decir que, fue lo único que alcancé a escuchar y entender luego de sumirme por completo a mis pensamientos.

—Ya veo... —. Hice una mueca con mis labios.

Hospitales, nada que sea de mi agrado. Tener que ver a papá correr con mamá gracias a sus recaídas, han sido sucesos que han logrado marcarme. Un tumor encefálico no fue nada fácil de sobrellevar y aunque es un tema que hace dos años mamá logró vencer, sigue siendo algo capaz de ponerme los pelos de punta al momento de recordar.

Un grupo de cuatro doctores entraron a la habitación, Callie poniéndose sobre sus pies de inmediato.

—Debe esperar afuera unos minutos —. Comandó uno de ellos.

No presté atención, tedié por completo la situación, solo quería salir de aquí e irme a mi ansiado viaje con Callie.

Irónico, ciertamente lo es, que en estos momentos lo que más desee es salir de este lugar, cuando estudio medicina y lo más que tendré como hogar será un hospital.

Su DebilidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora