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—U-uno!—chilló.

Alex golpeó y golpeó hasta llegar al 8. Brianna al principio sintió dolor, pero al sentir el bulto entre las piernas del chico, tocando su abdomen sólo sintió placer.

Alex, con admiración en los ojos acarició con sus manos la rojiza piel de los muslos de Brianna.

—Eres buena niña, ¿verdad Bri?—dijo él, tomando su menudo cuerpo y sentándola en su latiente bulto.

Con lágrimas secas en sus mejillas y con sus delgados labios hacia fuera asintió.

Alejandro se acercó y le dio un dulce piquito en la boca.

—Eres mía.—sentenció con una voz autoritaria.

—Sí, papi.—confirmó cegada por el momento la chica de ojos mieles.

—Dime, princesa, ¿eres virgen?—la chica saltó de sorpresa y sus mejillas se tiñeron de carmín.—Vamos, anda. Dile a papi.—le animó él con una pequeña risita divertida.

—Sí. No.—se corrigió nerviosa.—Algo así.

—Cuéntame, bebé.—ronroneo Alex en su cuello, dejando besitos.—Dile a papi si has sido una pequeña guarrilla.

—Sólo han sido toqueteos en las fiestas...

—¿Vas regularmente a fiestas?

—¡Todo el tiempo!—dijo con emoción la chica.

—Dime princesa, ¿te gusta salir de fiestas?

—Sí, papi. Mucho.

—Bueno, pues de ahora en más tu única fiesta en tu agenda será la de tu coño y mi boca. Todas las noches —le susurró en el oído, con su lengua chupando el lóbulo de este.

—A-ah —gimió ahogada.

—¿Qué más? —preguntó alejándose.— Dime que haces en esas fiestas. Dame detalles, princesa.

—Y-yo he-yo he...

—Dilo.—la alentó, absorbiendo y lamiendo la piel sensible del cuello de la menor al mismo tiempo que masajeaba su culo.

—He hecho una mamada y-y me han tocado allí-allí a-abajo, papi.—los nervios de la chica la hacían temblar, por el tacto de él y por lo que le estaba confesando a un completo desconocido que la obligaba a llamarle papi.

—¿Quieres que te toque allí abajo, princesa?—fue dejando un camino de besos de su cuello a su mandíbula hasta llegar a sus labios.

Las manos de Alex apretaron sus nalgas y luego acarició lo suficientemente cerca de su centro. Ella ahogó un gemido.

—Dímelo, preciosa. ¿Ó prefieres comerme la polla con esa linda boquita tuya?

—P-papi.—jadeo al sentir como sus dedos jugaban con el largo de su húmedo coño.

—No haré nada que no quieras, princesa.—sinceró él de ojos negros.

—P-papi, no quiero, papi.—rogó.—No por ahora.

—Okay.—sonrió él, alejando sus manos y besando nuevamente sus labios.—Te veré mañana, princesa.

Se levantó de la cama y se dirigió a la puerta pero antes de salir dijo:

—Y te haré mía.

party ;; alexby11Donde viven las historias. Descúbrelo ahora