Capítulo 3:
E L A U T O B Ú SMe tropecé varias veces con mis pies descalzos, que tal vez ya se hallaban con heridas graves gracias a todo lo que pisaba.
Tenía que huir de ahí, mi escape realizado improvisadamente tenía que funcionar.
No supe cuanto tiempo dure corriendo sin saber a que rumbo iba, ¿Minutos tal vez? Después de pasarla así, sin tener ningún tipo de descanso podía jurar que eran horas. Lo único que podía percibir en estos momentos era el sonido de mi respiración, de las ramas que rompía cuando pasaba por ellas, de las pisadas de mis pasos corriendo y a lo lejos aullidos de lobos, todos comunicándose ya que eran demasiados los que se escuchaban.
Mi preocupación fue disminuida cuando vi una calle de cemento adelante mío, al instante me apresure hacia ella con mi cuerpo lleno de sudor y tierra, y mi respiración agitada.
Un auto venía acercándose a mi cuando me coloqué en medio de la calle, le comencé a hacer señas de que se detuviera pero este solo acelero y paso a mi lado alejándose después de que me moviera bruscamente para que no me atropellara. Lo vi desaparecer por la larga calle y las vueltas que esta tenía.
Volví a correr para encontrar algo de ayuda, pero ahora solo por aquella calle, esperando que esta me llevará a algún lugar. Mis piernas tenían un dolor insoportable, los músculos ya estaban cansados de tanto correr y cuando mis esperanzas comenzaban a morir de encontrar algún tipo de ayuda, y pensaba que ya no podía mas, un autobús apareció en mi campo de visión, acercándose a lo lejos a donde estaba de pie yo.
Una sonrisa de esperanza apareció en mis labios, si se detiene por mi, estoy tal vez salvado.
Al instante le hice unas señas para que parara y cuando se posicionó delante mío, frenó y el conductor abrió la puerta, dándome paso para que entrara, algo que hice enseguida.
Este iba algo vacío, a excepción de dos mujeres y tres hombres. El conductor cerró la puerta y comenzó a andar.
—Un dólar por favor —me dijo este cuando apenas iba a buscar un asiento.
—¿Disculpe..? —le pregunté enseguida con confusión.
—Para el boleto del autobús... Cuesta un dólar —lo decía como si fuera lo mas obvio del mundo.
—No traigo nada... —el conductor solo suspiró y me dirigió una mirada de frustración.
—Entonces tengo que pedirle que se baje... —había comenzado a frenar y el miedo se hizo presente en mi al instante.
—No, no, no por favor... Se lo recompensaré... Le daré mas de lo que me pide, solo que no frene por favor... —mi mirada suplicante había aparecido en mi rostro, cuando de repente sentí la presencia de alguien a mi espalda.
—Tranquilo... Lo pagaré yo —una voz grave y masculina me hizo voltear y mirar hacia arriba para observarlo.
Un mareo se hizo presente en mi, haciendo que me sostuviera de los tubos a mi lado. Pensé enseguida que fue por la herida que tenía en la cabeza, pero no... Esto era completamente diferente de alguna manera.
Adelante mío se encontraba un hombre como diez años mayor que yo, demasiado alto y fornido, fácilmente podía tocar el techo de este autobús. Tenía ojos azules y cabello rubio oscuro, una ligera barba demasiado atractiva se hallaba resaltando sus facciones masculinas, al igual que los músculos que se notaban demasiado a través de aquella camisa blanca de manga corta que traía puesta. Era demasiado apuesto y si fuera por mi coquetería con él, pero este no era para nada un momento como ese, aparte que me hallaba de la peor manera posible, con tierra en todas partes y raspones en mi piel.
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Licaón: La Búsqueda del Rubí
Hombres LoboMis padres me ocultaron todo... Me escondieron secretos que involucraban cosas de mi nacimiento hasta lo que el destino me tenía preparado. ¿Cómo reaccionarías si tu vida al cumplir los dieciséis años fuera a tomar un rumbo completamente diferente a...