Punto 4: Idioteces

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Como de inconformes somos los humanos.  Nos gusta la soledad pero nos aterra estar solos.
Y es que dentro de mi mente no hay más que nudos, nudos como los de mis cabellos rojos luego de despertar. Nudos que no consigo soltar, a pesar de que alguien más trate de desenredar mis conflictos. Me causa gracia el hecho de que todos piensen que los hombres no tenemos complicaciones. No importa cuanto me digan las chicas que soy apuesto, yo me siento vacío, en soledad. Y no es hasta que decido ir por mis auriculares, para dar un paseo a pie por cualquier sitio, con música que hace tronar mis oidos. No es hasta entonces, que miro a mi alrededor y veo la miseria en ojos de personas que van y vienen, pero también veo luz. Luz en aquellos que dan limosna al vagabundo, luz en los que ríen. Y por esa luz vuelve mi felicidad a instantes. Obligandome a ser luz también a mi. Aunque no quiera a veces, pero después de todo, me siento bien siendo un poco de luz dentro de mi propia oscuridad.

Entre rizos y papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora