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Fue un día especial, de esos en los que desde que sales de tu habitación sientes que el sol está bajo tus pies.

Estar en exámenes no es del todo malo.
Estaba caminando por mi aula, y encuentro una mirada dulce.
Una mirada que te deja con ganas de seguir con el juego de niños en la que si retiras la vista, pierdes.
No conocía a esa persona.
Y tampoco necesitaba hacerlo, porque esa persona era yo.

Quitándome cualquier culpa, secando esas lágrimas amargas, expulsando de mi labios los falsos besos compartidos, era la otra, claro que era la otra Yo.

No necesitaba gritarlo ni decir que merecía más.
Si alguien iba a perder a una persona valiosa, esa no iba a ser yo, no me perdería en la miseria del pasado, si tenia que reiniciar, lo haría.

JUNTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora