El cielo pintado con sus tonos rosados y naranjas cubrieron todo el horizonte oscureciendo rápidamente los brillantes colores de todos los arbustos floreados que había en aquel pequeño jardín al que tenía acceso, suspiro bajando su mirada y centrándose totalmente en los vendajes que cubrían toda la palma de sus manos, estaba segura que si las quitaba ya no habrían siquiera las cicatrices que el hielo le pudo haber dejado, se apoyo totalmente en el respaldo de su asiento subiendo sus piernas para poder abrazar sus rodillas y sentirse un poco más segura de lo que sea que pasaría cuando el pelinegro lograra abrir los ojos.
-Pero sobrevivió... El logro pasar el hielo de mi maldición- Se dijo nuevamente sin saber cuántas veces se había repetido a si misma aquellas palabras, los días ya no tenían color al estar sumida en un constante estado de alerta a que pudiera volver a producir un nuevo ataque, sabía que su poder estaba ligado a su tristeza y por eso evitaba sin éxito alguno no preocuparse por el sobreviviente a su poder maldito.
-Sabia que te encontraría aquí- La conocida y suave voz que se había negado a alejarse de ella llego desde muchos metros de distancia haciendo que se encogiera más de hombros. – ¿Sabias que el aire esta mas frio de lo que debería estar verdad?- Interrogo produciendo un murmullo al arrastrar la seda sobre sus pasos acercándose a ella.
-Vete- Murmuro con voz apagada apretando su rostro un poco mas entre sus rodillas, sintiendo como el aire se enfriaba a su alrededor. –Nunca podre controlarlo, no quiero lastimarte- Agrego al sentir como nuevamente el delgado cuerpo avanzaba a su posición otros cuantos pasos.
-No lo harás- La aguda voz sonó tan segura que se obligo a subir su rostro y encontrarse con unos ojos azul pálido que la miraba con melancolía. –Puedes por favor... Volver a decirme ¿qué fue lo que paso?- Vio a la ojiblanca cerrar los ojos agotada, cada día que había pasado había hecho la misma pregunta, y cada día había dado la misma respuesta.
-Simplemente paso- Dijo sintiendo como todo su cuerpo se removía incomodo por la mentira. –Nunca he sabido cómo controlarlo o como acabarlo, debo dejar que el hielo se derrita bajo el calor de las antorchas o la luz del sol- Repitió abriendo sus ojos mostrando su tono alilado que no era parte natural de su mirada.
-Naruto no sale de su habitación- Confeso tornando sus expresiones aun más tristes produciendo que el aire se pusiera un poco mas frio haciendo que un escalofrío viajara por toda su bronceada piel. –No deja que nadie lo veo o lo trate-
-Eso está bien... Ellos no conocen a nadie aquí- Rebatió sintiéndose tranquila al saber que el rubio protegería fieramente al pelinegro. –Tus sanadores podrían querer asesinarlo y los de ellos ya hicieron todo lo que podían con las heridas- Dijo repitiendo lo que días atrás le había comentado la rubia, se giro al escuchar un suspiro resignado escapar del delgado cuerpo de su acompañante.
-Se que yo te dije eso pero, podrías no decirlo como si fuera una sentencia de muerte- Se quejo abiertamente y termino de llegar junto a la menuda mujer que tenía el tamaño de una niña pequeña totalmente agachada como estaba.
-¿Porque sigues viniendo?- Se atrevió a curiosear por primera vez en días el porqué de la presencia de aquella bella y perfecta mujer ante ella. –Solo he llenado tu vida de desgracias... Hice que encerraran a tu hermano, maldije tu casa... ¿Que buscas en mi?- Dijo sin poder controlarse clavando sus perlados ojos en los de su compañera que solo se limito a estudiarla momentáneamente.
Se mordió el labio al ver como los ojos pálidos la recorrían sin saber que buscaba en su rostro, sus perfectos rasgos la lastimaron en un nivel que nunca nada lo había hecho, su cabello de un rubio que fácilmente competía con los cálidos rayos del sol del amanecer, sus labios carnosos de un rojo natural, su pequeña y respingada nariz, todo en una bella piel bronceada tan igual y a la vez tan diferente de lo que recordaba de Deidara.
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Fuego y Hielo
FanfictionUn secuestro muchos años atras la habian mantenido en una especie de letargo hasta que ese dia el fuego destruyo las murallas que la mantenian prisionera, solo que en lugar de escapar tuvo que verse sometida a la intimidante presencia del nuevo conq...