CAPITULO V

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El aire frio recorrió su cuerpo agotado haciendo que se girara sobre su costado y buscara a tientas la manta que sabia había empujado en algún momento de la noche, sus manos se movieron sin cuidado por todo la blanda superficie, un ruido al otro lado de su posición hizo que arrugara la nariz y con molestia se resignara a abrir los ojos.

-Pensé que no despertarías- La ronca voz sonó burlesca haciéndola sentarse de golpe, sus aterrados ojos barrieron con la habitación no conociendo ningún detalle, su sangre se acumulo en sus mejillas al encontrarse con el perfectamente desnudo cuerpo del pelinegro, jadeo deseosa y fue cuando se percato que se sentía extremadamente ligera.

Sonrió abiertamente al ver como su rostro se ponía un tono más oscuro llevando el rubor hasta el comienzo de sus senos desnudos y a perderse por su cuello hacia sus orejas, desvió su vista y empezó con su tarea de ponerse el pantalón para poder salir de la habitación, su cuerpo gritaba que se acostara nuevamente, los dos últimos días no había descansado casi nada y comido mucho menos pero había valido la pena.

-Donde vas?- Pregunto nerviosa sacando sus temblorosas piernas de la cama para caminar hacia él, se llevo consigo la pesada manta para cubrir su cuerpo desnudo, sentía cada musculo de su cuerpo adolorido por todo lo que había estado haciendo los dos últimos días haciendo que nuevamente se avergonzara por su comportamiento.

-Hoy deberían llegar los señores de la montaña- Empezó a comentar cruzando sus arneses en su pecho desnudo y los cubría completamente con una chaqueta de cuero negro que se cerraba hasta sus pectorales. –Ino tiene dos días intentando hablar conmigo pero no la he dejado y creo que ya debo dejar de evitarla- Agrego no muy satisfecho por esa situación.

-Voy contigo- Dijo rápidamente al sentir como su corazón golpeo sus costillas al imaginarse al pelinegro solo con la perfección que sabia poseía la rubia, todavía tenía algunas dudas con respecto a todo lo que había sucedido entre ellos y el compromiso, el famoso compromiso que había llevado al pelinegro a conquistar esa fortaleza, apretó sus labios con inseguridad y dejo caer la manta sin darse cuenta.

Bufo intranquilo al ver aparecer el delgado y tentador cuerpo de la ojiblanca ante él, sintió como su miembro despertó ligeramente entre sus piernas al detallar celosamente cada marca roja y morada que había dejado en la pálida piel de la mujer, avanzo dos pasos hacia ella tomando sus senos descaradamente y empezando a hacer círculos con sus pulgares en sus muy dispuestos pezones.

-Sasuke!- Gimió entre sorprendida y deseosa al sentir las manos del hombre empezar a moverse sobre sus senos, su amplio cuerpo se inclino por la cintura para poder tomar sus pezones con la boca, jadeo avergonzada y se dejo hacer.

-No deberías estar tan dispuesta- Regaño distraídamente dejándose caer en la silla que se encontraba a un lado de ellos, arrastro consigo el pequeño cuerpo colocándolo entre sus piernas para poder acariciarla a su antojo sintiéndola vibrar a sus roces descarados. –Nunca saldremos de esta habitación- Su voz salió mas ronca dejando claro su deseo por volver a hundirse en el embrujo que ella guardaba entre sus muslos.

-Espera...- Pidió nerviosa sintiendo como empezaba a mojarse ligeramente, sus palabras lejos de escandalizarla solo lograban hacer que ansiara el sentir ese gran cuerpo rendido a ella. –Dijiste que... Era importante- Tartamudeo subiendo sus manos hasta posarlas sobre las ásperas del pelinegro.

Sasuke sonrió con prepotencia y con un ligero movimiento hizo que fueran los pequeños dedos de la pelinegra los que tocaran ahora sus pezones mientras él se dedicaba a apretar y soltar la redondez que ocupaban toda su palma, la sintió tambalearse y la jalo más hacia sí.

Fuego y HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora