'¿Título? Realidad ¿Autor? Quien quiera que escriba el destino.'

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-No mamá, no voy a casa de Mia. No mamá. Que sí que estoy camino de la biblioteca. Sí, estoy cruzando ya la calle de la panadería. Sí. Claro que sé que si bajo del siete me quedo sin ir a ver a papá a Londres. Claro. Sí. Vale mamá, deja el tema ya. ¿A las ocho? No, no, mejor a las nueve. Por favor, que a las ocho es cuando llega Stella. Sí mamá, vamos a estudiar juntas. ¿Cómo pretendes que vayamos de fiesta un miércoles? Vale. Venga sí, a las nueve en el parque. Te tengo que colgar ya que ya voy a entrar. Sí. Yo también te quiero, mamá. Adiós.

Colgué el teléfono y lo tiré dentro de mi enorme bolso. ''Luego estaré media hora para encontrarlo. Bah, no importa'' Me quité las gafas y abrí la puerta. Cómo me gustaba el tintinear de las campanitas que Linda se empeñaba en mantener colgadas al lado de la puerta. Suspiré. Como siempre, el cálido aire con olor a café, magdalenas con chocolate y libro me inundó y borró todo rastro del frío que la brisa característica de las calles en Noviembre había instalado en mi cuerpo. Me quité el abrigo y la bufanda y me dirigí a una de las mesas del fondo, a la de al lado de la gramola. Me senté en una de las sillas y tiré en otra de las que quedaban libres mis... bártulos. Sí, bártulos era una palabra interesante. Agarré la carta y me puse a hojearla.

-Oh, vamos. Deja de hacerte la interesante que yo creo que hasta el anciano de los periódicos del quiosco de la acera de en frente sabe lo que vas a pedir.

Sonreí sin levantar la mirada de la carta.

-Buenos días a usted también, camarero.-dije.

-Ay, cuánto te gusta actuar.-se quejó él.

Entonces levanté la mirada.

-Creía haberte dicho que de mayor quería ser actriz.

-De teatro, sí.-sonrió.-Entonces, ¿qué va a ser hoy?

Me mordí el labio como efecto secundario de mi mente poniéndose en marcha.

-Una extraña y elegante muchacha que va a la cafetería de moda en la ciudad a buscar a un hombre de negocios cualquiera para encandilarle con sus encantos de dama de primera clase y, una vez casados, matarlo y quedarse con su maravillosa y abundante herencia, para luego fugarse a Florida con su verdadero y único amor, que huye de la policía canadiense.

-¿Y no podemos simplemente ser el universitario que trabaja de camarero en una acogedora y no muy grande cafetería y su amiga la loca de la mesa de la gramola?-frunció el ceño.

-¿Título?

-Realidad.

-¿Autor o autora?

-Quien quiera que escriba el destino.

Fingí dudar, poniendo una mueca y apoyando el rostro en una mano mientras miraba al techo.

-Venga, Eva, ha sido un día duro.-su ceño fruncido desapareció y puso cara de pena.

-De acuerdo, me gusta, estoy dentro.

Él sonrió.

-Entonces... ¿Un capuccino con doble de espuma y dos muffins?

Asentí.

-Uno de toffee y otro de...-empecé. Él me interrumpió.

-De chocolate con una frambuesa encima, lo sé.-guardó la libreta en el bolsillo trasero de sus vaqueros rotos y sonrió.

-Cómo me conoces, Peter.

El chico se limitó a guiñarme uno de sus enormes ojos verdes- el izquierdo, en ese en cuyo iris tenía unas manchitas doradas- y seguir su camino hacia la barra.

-¡Linda!-gritó por la ventana que daba a la cocina o ''el taller de arte de Linda''-¡Tú devoradora de libros está aquí!

Reality? I prefer fictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora