Capítulo IV: El vaivén

8 1 2
                                    


A menudo nos hallamos sumisos en la soledad o en la tristeza... Y aparece un nuevo ser que, de algún modo, lo cambia todo. Nos hace sentir mucho mejor. Nos llena de felicidad. Se vuelve importante para nuestros días e incluso coprotagoniza nuestras metas.

Muchas personas vivimos, reiteradas veces, situaciones de algún modo traumáticas en las que, por diversas razones (serias o insignificantes), nuestra relación interpersonal se quiebra incluso de forma irremediable.

El vaivén de estrechas relaciones representa, para la mayoría de las personas, una gran tragedia amorosa. Pero es también protagonista de las tragedias amistosas.

Algunos se percatan de ello, otros lo ignoran, pero es muy común en las etapas de infancia, pre adolescencia y adolescencia. Cuando muy pocos son conscientes de los cambios que se experimentan, cuando simplemente nos dejamos llevar por las exigencias de la sociedad, cueste lo que cueste... Sin importarnos qué ni a quiénes dejamos atrás. Sin importar qué ni a quién pisoteamos.

Por un lado están aquellos que se sienten frágiles y buscan, de alguna forma, alguna ayuda.

Por otro lado, están aquellos que encuentran algo curioso... Y en vista de que poseen tiempo libre, se les ocurre invertirlo en aquella persona... "Qué pobre... Intentaré sacarle una sonrisa" después de todo, en ese momento, no suelen tener algo mejor que hacer.

Y al otro extremo, estamos aquellos espectadores que, por bien o por mal, opinan al respecto. "Qué dulce... Fue a ayudarle... Ojalá le haga sentir mejor" "ya está, pronto no habrán de separarse nunca" "siempre queriendo hacerse notar". Por uno o por otro.

Pero... ¿Qué sucede después?

Se hacen novios

Se hacen amigos

Se hacen amigas

Son los mejores tal...

¿Algo más puede ocurrir? Claro.

Sucede que muchas veces (tal vez no todas) ese ser humano tan colaborador simplemente se aburre o encuentra algo más interesante que hacer y ya no desea estar a su lado. Tal vez eso, tal vez hayan habido conflictos internos o externos... ¡Mil factores! Pero se distancian. Y allí se rompe un sentimiento o ¿por qué no? Se rompe un corazón.

Rara vez puede evitarse. Un mejor amigo, una mejor amiga, el sabio espectador, un docente, los padres... O tal vez los temperamentos, alguna rara señal (cuando se es muy detallista o perceptivo), pero no siempre ocurre así. La mayoría de las veces se recorre el cielo, se pasea entre nubes y de repente tus alas están rotas y caes al vacío.

Y aunque a veces alguien más te ayude y te atrape, cure tus alas, te dé su energía o simplemente te obsequie sus propias alas... El sentimiento sigue allí. Tal vez sólo como un triste recuerdo, pero seguirá presente para aquellos cuya relación, corta o larga, sí fue realmente importante.

Es algo que muy pocos saben o logran superar, pero al fin y al cabo es una experiencia necesaria en la vida. Aunque no lo creas, es así. A veces es necesario que sepamos medir nuestra confianza, aquella que brindamos a otros... A veces es necesario que sepamos reconocer las reacciones bien o mal intencionadas ante una determinada situación. Y sí, es una buena forma, una gran lección. Al menos hasta el momento en el que hayas logrado aprender a levantarte de ella.


Para estos casos, no les garantizo mi hombro, pero tienen mis ojos y mis pulgares dispuestos a enviarles mis palabras de apoyo ;)



Nunca se rindan.

Una de las tantas cosas que he aprendido en esta dificultosa vida es que ciertamente los momentos felices no duran mucho... Pero a su vez, lo momentos tristes tampoco. Sólo hay que aprender a disfrutar de ambos. Sí, es posible disfrutar también de la tristeza, pero eso ya es algo que cada persona debe aprender por su cuenta.



Nos estaremos leyendo ;)



Tragedias amorosas (En pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora