Una Flor en el Cementerio

Rosario

Prólogo

En Mixquic, la gente vive humildemente. Este lugar está repleto de gente pobre, gente que apenas tiene el dinero suficiente para comer. Cualquiera que fuera a ese lugar, querría irse de ahí de inmediato.

Pero cuando la noche del primero y dos de noviembre cae, la Luna y las estrellas cubren este humilde paraíso con una luz acogedora. Cada familia de cada casa sale hacia el famoso cementerio, el cual se prepara para ser iluminado. En el Mixquic las familias recuerdan a los muertos con el mismo cariño con el que recuerdan a un vivo, y pretenden iluminarlo con las típicas flores de Cempalzúchil. Hay lagrimas y melancolía, pero la gente pretende cubrirla con alegría.

-"La muerte no es tan mala"- se decían, para consolarse.

Esta noche será mas especial.  En esta noche, alguién esta por nacer.

Justo en frente de este cementerio, hay un humilde hospital. Enfermeras y doctores de poca experiencía lo dirigen, pero con un gran cariño hacia los pacientes que se esfuerzan en ayudar. Dos pisos arriba, en la sala de parto, una jovencita esta esforzándose en parir. Grita, gime, y llora de dolor.

-Usted puede, señorita- le dice el doctor, tratando de calmarla - Solo intentelo una vez más.

Mientras la futura madre se esfuerza en parir, mira a la gente por la ventana, que va directo al cementerio. Ve a su familia, que ahora la desprecian.

-"Para ellos estoy muerta"- piensa, respirando con fuerza -"Ya no me quieren, ni siquiera vinieron a verme"

La jóven suelta su ultimo gritó, que da paso al llanto de un bebé. La enfermera corre hacia el doctor y sostiene a la bebé en sus brazos. El doctor le dice a la jóven:

-Felicidades, señorita, has tenido una hermosa niña.

La jóven sostiene al bebé en sus brazos, con una sonrisa en su rostro.

-Señorita- le pregunta el doctor- ¿Como llamará a esta criatura?

La joven dirige su vista hacia el doctor, después hacia la niña, mirandola a los ojos:

-Luciana- dice, llorando- ella es Luciana.