Capítulo 8

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Mientras yo rellenaba la ficha de ingreso con los datos de Lauri, una enfermera se la llevó en una silla de ruedas.

- Tranquila. La Dr. Vior está preparándose para recibirla. - La informó la sanitaria.

- Estoy tranquila – Sonreía – Todo está bien. Tengo contracciones cada... - Ahí la perdí de vista. Y yo misma sonreí conmovida por estar viviendo este momento junto a mi amiga; Mi hermana.

Erik llegó en seguida y lo dejaron pasar y estar junto a Lauri. La tensión le había subido un poco, nada alarmante, pero consideraron que estando su marido junto a ella, le vendría bien. Ya que, aunque aparentaba tranquilidad, en el fondo no lo estaba tanto.

Y a mi, me tenían colapsada a llamadas de la oficina.

Una novela, mi última adquisición, estaba teniendo problemas con la imprenta; más bien con el escritor, que estaba poniendo trabas de última hora; alegando que acababa de ver mis correciones y que no estaba del todo de acuerdo.

Nervios de última hora del escritor novato.

Era algo muy frecuente; y en esos momentos la editora debía estar con él, tranquilizándolo. O sea, yo. Pero hoy tenía un trabajo bastante más importante que el de pasarle la mano por los hombros y regalarle palabras de paz y positivismo a un crio histérico.

Estuve durante casi dos horas al teléfono, ya que estaba intentando que sirviese de esta manera sin falta de ir a la oficina.

Hasta que al final, la que acabo llamándome, fue Samantha, la editora jefe. Mi superior directa.

- Isabella... ¿Dónde estas? ¿Qué es tan importante que te hace no estar aqui, con tu escritor en plena crisis? - Me reprochó. Estaba, más que enfadada, agobiada - Michael, está dandome el coñazo... y ese es tu trabajo. No el mio. Así que ven aquí a la voz de ya – Recalcó ese "ya", no dandome opción a reproche.

Hice avisar a Erik, para comentarle que tenía que ausentarme, que había problemas en la oficina.

- ¡Vaya! - Contestó compungido. - ¿No hay manera de evitar que te marches? Yo estoy más tranquilo sabiendo que estas aqui. Tú sabes controlar las situaciones con temple... - Meneé la cabeza con pesar. - Bueno, supongo que has hecho todo lo posible para no tener que irte... El trabajo es el trabajo... Marcha tranquila. No le diré nada a Laurie para no alterarla, ¿de acuerdo?

- Sí, será lo mejor. - Contesté - ¿Sigue subiéndole la tensión? - Pregunté algo preocupada.

- Sí... Parecía que se le estabilizaba, pero cuanto más abanza el parto, más le sube. Si sigue así tendrán que practicarle una cesarea.

Nos despedimos con un ligero toque en el hombro y marché veloz hacía la oficina. Iba rezando por poder solucionarlo todo rapidamente y volver con "mi familia".

Y el Último de Feliz ... ¿No se cumpliera?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora