Capítulo 3

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CULLEN PV

Ocho años. Ocho largos e infernales años habían pasado desde que se mudaran de Forks, dejando a Bella destrozada.

Todos imaginaban la desolación y tristeza de la chica una vez Edward le hubiese dicho sobre su marcha. Pero tanto Edward, Alice y Jasper no lo imaginaban... Lo sabían de primera mano.

El primero, porque él fue el encargado de romper con ella.

Alice, por la visión del momento.

Y Jasper, al captar las emociones de ambos.

Aún después de tantos años, los sentimientos no disminuyeron. Simplemente se disimulaban mejor.

Su primer destino fue Alaska, con sus primos Denali. A los que Carlisle les explicó la situación.

- Esto se veía venir... - Comentó Eleazar en respuesta – Cuando vino aquí hace un año, ya se lo dije: La única solución para que lo vuestro funcione, es que la conviertas. Pero ya entonces, se negaba en rotundo, diciendo que vivirían así, manteniéndola humana. Que sabría como ir convenciéndola a lo largo de los años.

- A nosotros, nos dijo exactamente lo mismo. Lleva un año autovenciéndose con esa idea.

Tal era la desolación de Edward, que pasaban días y días sin verlo. Se iba solo a interminables sesiones de caza, con la excusa, y no tan excusa, de despejarse.

Incluso Tanya, que seguía loca por él, lo vio tan desesperado, tan enamorado por esa chica, que no se acercó a él nada más que para lo politicamente correcto.

Todos veían al transcurso de los días, que no mejoraba, si no que cada vez que regresaba de sus cacerías, venía aun peor. La desolación, la tristeza y la melancolía, habían pasado a ser parte de él; un compañero fiel, una carga eterna.

Ya que en Denali, Edwad no se sentía agusto, decieron irse. Y para que él no rememorase nada, y todo fuera nuevo, no teniendo conexiones reales de recuerdos con Bella, se tomaron unas vacaciones recorriendo mundo.

Pero daba igual donde fuesen, cualquier nimiedad lo hacía recordar a "su" Bella:

Una melena castaña al viento.

Una camioneta roja.

Una manzana...

Incluso en aquellos lugares donde nunca había estado con ella, se la recordaban, por el simple hecho de que daría su vida por haberla llevado a conocer esos sitios... Francia, Inglaterra, Suramérica...

Los meses, los años, pasaban... dolorosos, silenciosos, tétricos. La ausencia de Bella, cada vez se hacía más palpable, en vez de ir a menos. Todos, sin excepción, hechaban de menos a la dulce y cándida chica humana que se había incrustado en sus muertos corazones.

Alice fiel a su decisión, pese a la orden impuesta por Edward, seguía los pasos de Bella. Veía sus progresos, sus tormentos, sus brotes de alegria, sus cambios...

Y tras esos cambios, también hubo un trastorno en la familia Cullen.

La vampira, le transmitía a Edward mediante imágenes la vida de la chica. Al principio, eran pequeños atisvos que se filtraban inconscientes y Edward, ávido por saber de ella, los pillaba en la mente de su hermana, regodeándose de poder verla, aunque fueran unos instantes.

Tras pasar los primeros años, Alice comenzó a mostrarle sus visiones más que a propósito, ante los reporches de él.

- No sé porque me torturas así, Alice. - Le gruñía él, con el rostro desfigurado por el dolor.

Y el Último de Feliz ... ¿No se cumpliera?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora