Prólogo

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A principios...

Su mirada, esa profunda mirada que me contempla día a día hace que me enloquezca de amor por ella, y, a pesar de que no deberíamos vernos, ella me hace cometer esos crímenes que nunca pensé hacerlo por alguien como ella. Sé que está mal, no debería estar aquí junto a ella en este preciso momento con los demás buscándonos. Pero me es inevitable poder separarme de ella. Y justo ahora que todo está en caos.

Debo salvarla, tengo que hacerlo.

Escucho pasos acercándose, y es como mi instinto de supervivencia hace de lo suyo.

- ¡Vamos por aquí! –le señalo a un tronco hueco

Estamos en medio del bosque, sin saber exactamente a donde ir. Bueno al menos ella no sabe a dónde la llevo, se me ocurrió algo descabellado, pero no tengo más ideas, y tengo que salvarlas, a ambas. Sé que me odiara por esto, pero tengo que hacerlo. No hay otra forma, al menos ella estará a salvo.

- Entra, tienes que hacerlo. –le susurro ya que no nos pueden oír. Al parecer ya se dio cuenta que es lo que trato de hacer –Oh no, por favor, no me mires así, sabes que es la única manera de que estés a salvo tú y nuestra pequeña. –no me perdonaría si algo les pasara, yo comencé todo esto, al fin y al cabo. Nos volveremos a encontrar, sabes muy bien que no me puedo dar el lujo de morir.

- ¡Aquí hay alguien! –alguien grita. Demonios, vinieron más rápido de lo que creí. Tengo que apresurarme.

- Vamos mi Ale, tienes que irte, ya vienen. –ella se acaricia su vientre. El lugar en donde nuestra niña descansa. Aun no puedo creer cómo es que alguien pueda amarme tanto. Tengo que luchar por ellas. Tengo que reconstruir nuestro legado.

- Xyama Ukry -me dice, con sus ojos llenos de lágrimas

- Xyama Ukry – le digo apoyando nuestras frentes.

La hago entrar a un tronco lleno de musgo pero que debajo de sus raíces hay un hoyo sin fondo. Solo los de sangre pura puede ser transportados a la tierra. Sé que ella estará a salvo allí. Ella sabe a dónde ir. La buscare cuando sepa que estén a salvo. Un último beso y ella desaparece. Sé que no será un adiós del todo. Volveré por ella y por mi hija. Mientras tengo que distraerlos.

- ¡Oh! Eras tu Derek. ¿Encontraste a la Híbrida?

- Hey, chicos –bueno, al menos no son los cazadores. Mis amigos me entenderían, pero no puedo correr el riesgo de contarles, si no ellos también estarían expuestos a la tortura por la verdad- no la veo desde la cascada.

- ¿Entonces porque te tardaste tanto? –trato de darle una respuesta, pero su expresión cambia de repente cuando se encuentra con algo. - Espera, no me lo digas. ¿Qué es esto? –oh no, no, no. Mierda. Su cristal.

- Debió haber llegado hasta aquí, sabes que con la revuelta que están haciendo pudo haberse caído.

- No, no es eso. –tira el cristal

- Oh vamos Felipe... -pero no me deja terminar, le ruego, pero es un error, y sabe que nuestras vidas están en peligro. De todas formas, somos Deuteronomio y sabemos traicionar. Y eso es lo que me harán. Alexia me lo predijo.

- Al parecer no te quedo claro lo que dijo Magnus, ¿no? ¡La has dejado ir estúpido! – siento un golpe en mi mejilla izquierda. Trato de devolverle el golpe y salir de aquí cuanto antes, con estos dos puedo solo.

Pero creo que mi suerte no está de mi lado. Siento mis muñecas ser aprisionadas por un látigo de fuego. Y una parálisis inundar mi cuerpo.

- Llevémoslo con Magnus, él sabrá qué hacer.

A Través de Cristales RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora