Y me desperté asustada en mitad de un sueño o, mejor dicho, una pesadilla, en esta, me encontraba en mitad del campo y, de repente aparecían todos mis compañeros de clase con piedras, me las lanzaban hasta que lentamente, me moría. Miré el reloj, eran las 5:59h, me quedaba una hora y un minuto para que sonara el despertador. Lo primero en lo que pensé fue en esa extraña pesadilla; lo segundo, que ayer no había ido a clase y que estaba arrepentida. Yo era la típica niña buena que estaba atenta en clase, sacaba ochos y nueves, me esforzaba mucho, pero rara vez llegaba al diez, era la típica a la que nunca reñían o castigaban, era una persona totalmente neutra dentro de mi clase. En el recreo sacaba un libro para leer y me iba al baño para que nadie me molestara y para intentar evitar las amenazas constantes que recibía. Yo era así y mi físico no me ayudaba. Era bajita, estaba rellenita, llevaba gafas, aparato dental, por eso se metían conmigo, por mi forma de ser, pero también por mi físico. Después llegaba a casa, fingía que todo iba bien y me ponía a hacer deberes o estudiar, yo no tenía móvil por tanto, me entretenía jugando con Álex y Lucía, mis hermanos pequeños.
Pensé que me pedirían un justificante en clase y para que mis padres no se dieran cuenta de lo que había pasado el día anterior busqué el justificante médico de la última vez que estuve enferma, ni siquiera estaba firmado, ya que me olvidé de entregarlo en clase y me pusieron falta no justificada. Recuerdo que fui al médico fingiendo que me dolía el estómago para evitar las clases y al final me dijeron que algo me había sentado mal, ya que no dejaba de insistir en que me pasaba algo, cuando todo era mentira, en esos tiempos era muy fácil engañar a un doctor. Le cambié la fecha y un par de cosas más y suspuse que se lo creerían, ya que nunca se fijaban en lo que ponía, simplemente lo firmaban y lo devolvían. Lo escondí en la maleta, desactivé la alarma para que no sonara, cogí el uniforme y me dirigí hacia la ducha.
Eran justo las 7:00h cuando entré en la cocina para desayunar.
Ahí estaba mi madre preparándome un café. Todo fue normal, un cuarto de hora después aparecieron Álex y Lucía pidiendo algo para desayunar. Cuando ya estábamos listos mamá nos dejó en el cole, deseándonos buena suerte, como siempre.
Intenté evitar la mirada de la gente y a las 8:00h tocó el timbre para entrar en las clases. Tocaba clase con mi tutor y, en cuanto me vio ya me pidió el justificante, así que se lo entregué y, pasó exactamente lo que me esperaba, una firmita suya y listo.
Me dirigía hacia mi mesa cuando escuché que Vicky ya me estaba amenazando. El tiempo pasaba lento, muy lento, al menos eso era lo que quería pensar y, desgraciadamente llegó la hora del patio.
Ya estaba en el pasillo cuando me di cuenta de que no había cogido ningún libro y que ya no podía volver a entrar en clase. Me pasaría la media hora encerrada en el baño.
Por desgracia ni siquiera pude llegar al baño, ya que Vicky y su pandilla habían interrumpido mi camino. Primero me pidieron dinero, que por cierto no llevaba; después, me culparon por no haber ido el día anterior. Sabía que esto pasaría, que llegaría a casa con un moratón en el ojo y que tendría que mentir diciendo que había sido un balonazo, ya me había pasado más veces.
Me llevaron al patio de los niños pequeños, en teoría no podíamos estar ahí, fuimos a un rincón, lo cual me pareció extraño, ya que siempre me llevaban a los baños de nuestro pasillo, y me pegaron. Primero noté el puño de Vicky en mi ojo derecho, después escuché las risas de las demás. Cuando pensaba que ya me iban a dejar, Miranda, su mejor amiga, me propinó un golpe en el estómago y ambas me amenazaron con que me podían matar si abría la boca. Ahí ya pararon, yo me encontraba mal y cada vez estaba más harta de ellas, harta de mentir a todos diciendo que me había caído o me habían golpeado sin querer con un balón.
Ese día llegué a casa mintiendo sobre lo del ojo, por suerte, el polo del uniforme tapaba el golpe del estómago. Estuve estudiando mucho ese día porque no quería pensar en todo lo que había sufrido, por desgracia eso no lo pude evitar y sentía tal ira que al final me armé de valor y llamé a Hannah, mi hermana mayor.
-¿Ainhoa?- preguntaba dudando.
-Hum... Sí. ¿Qué tal la universidad?
-Genial, ¿y tú qué tal?
-Bien... Bueno... No tan bien... ¿Tú podrías venir este fin de semana a verme? Es que quiero hablar contigo sobre muchas cosas...- mentí, quería hablar de una en concreto.
- De acuerdo, justamente no tenía planes, bueno nos vemos, besos a mamá.
Nos despedimos. Me sentí aliviada. Estaba harta de soportar tanto, después de tanto pensar en si era lo correcto durante tanto tiempo, decidí abrir la boca, le contaría cada detalle de todos esos últimos años a mi hermana.
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El Giro De Mi Vida
Teen FictionLa historia de una chica que se ve obligada a superar diferentes problemas que prefiere ocultar a sus familiares