Mi monstruo.

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 Mi monstruo es un monstruo diferente. No habla y se esconde en los rincones de mi cuarto, no le gusta el armario, prefiere quedarse entre las sombras con la mirada perdida y el cuerpo encorvado. Estoy segura que una pena muy grande lo ahoga, hace mucho tiempo perdió la cordura y no cesa de rondar por el cuarto con los ojos tristes, arrastrando los brazos y la cola.

 A veces lo veo llorar y en las noches de luna llena, se sienta en la cima de la montaña, gime y pronuncia extrañas palabras. Estoy encariñada con él, siento un poco de lastima cuando lo veo así, tan triste, por las noches aparece en la esquina de la habitación, cara a la pared o mirándome con ojos desorbitados, se escurre entre las sombras con pasos sigilosos hasta la cocina y a broncos toma el tarro de las galletas, devorándolas  y dejando rastros de migajas por todas partes. Despierto temprano para limpiarlo para que nadie lo descubra. Por el día ni se aparece, creo que duerme en las entrañas de la tierra, en una madriguera al pie de un árbol.

 Le atraen las cosas brillantes, se roba los cubiertos, zarcillos y empaques de aluminio. Arranca flores del jardín con las que adorna la entrada de su madriguera de tierra. Tiene dientes triangulares y afilados, ojos amarillos y pupilas negras, la nariz chata. Es pequeño, como la mitad de mi estatura, muy encorvado, de brazos y uñas largas que arrastra con desgano, una cola que como un cordón lo sigue por doquier, cola inútil que al final solo le sirve de estorbo.

Es muy cómico verlo intentar sonreír cuando le doy un dulce o logro leerle un cuento, hace una mueca tan graciosa, como si sintiese dolor o pesar,pero esa es su rara forma de demostrar su alegría; al correr lo hace a tropezones con saltos pequeñitos, se va hacia los lados, dando tumbos hasta recuperar el equilibrio.

Mi monstruo y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora