La noche era fría y hermosa, el cielo estaba completamente negro dejando que las luces de los edificios resalten en el paisaje. Miraba hacia la pista de baile mientras ciento de personas se acercaban a saludarme, ya estaba fastidiada. La fiesta no iba acabarse hasta el amanecer, sin embargo yo ya quería irme. Zach estaba sentado fumando un cigarrillo mientras veía la panorámica de la ciudad. Parecía en su propio mundo, aunque no me importo ya que estaba muy aburrida. Me acerco y le quito el cigarrillo y lo tiro al suelo.
— ¡¿QUE TE PASA?! —me miro mal pero al segundo se esfumo su mal humar. — ¿Sigues aquí? Pensé que ya te habías ido. —obviamente lo decía para molestarme o quizás si me había estado ignorando durante una hora.
—Eres muy gracioso—dije sarcásticamente. —Deberíamos irnos de aquí.
— ¿Ah, sí? —se acercó lentamente hasta que nuestras respiraciones se mesclaban. Poso su mirada en mis labios y luego a mis ojos. Zach tenía un brillo especial en ellos, eran misteriosos y a la vez hermosos. — ¿Qué es lo que quieres hacer conmigo? —Mi respiración empezó a acelerarse, creo Zach notaria que puede tener un control sobre mí si sigo así, pero esta no era la noche.
—Solamente quiero salir de aquí. —empuje a Zach y empecé a dirigirme hacia al ascensor, Zach no dudo en seguirme. Fuimos hasta la primera planta en donde se encontraba el bar pero gracias a la fiesta de mi padre, el bar se encontraba cerrado.
—Dame una pinza de tu cabello. —me la quito haciendo que mi perfecto peinado se arruino, se la paso y empieza la magia. Mete la pinza dentro de la cerradura, le da unas vueltas para el final poder conseguir abrirla. Genial.
—Asombroso —rápidamente entre para que nadie nos viera.
— ¡Espérame! —grito corriendo detrás mío.
Tener el bar solamente para dos personas es genial. Zach se acercó al gabinete de las bebidas mientras yo me quitaba los zapatos y subía a la barra. Zach me mostro una botella de vodka, sonreí. —Creo que te gusta lo fuerte—volvió es sonrisa pícara que tanto me gusta.
—Ni te lo imaginas. —Me miraba directamente hacia los ojos. Me sonroje, sabía que eso tenía un doble sentido. Empezó a servir unas cuantas copas solamente para los dos. Me pasa una de ellas, la agarro y me siento en el borde de la barra. Él acerca una silla justo al frente de donde estaba y coge una copa y la golpea con la mía. — ¡Brindis!
— ¡Brindis! —le dije seductoramente. Me tome todo el líquido de un sorbo, sentí el ardor recorrer mi garganta y me encanto. Deje a lado los modales y cogí la botella entera y empecé a tomar de ahí.
—Wow. —Zach se sorprendió, creo que eso le gusto. Me pare de nuevo y me puse a bailar sobre la barra, sola y con el mirándome. Creo que estaba disfrutando del espectáculo. Solo se quedó quieto tomando mientras veía como me movía. Ya el alcohol se me estaba subiendo a la mente, se convirtió en momento de confesiones.
— ¿Por qué llegaste a mitad de año escolar? ¿Te expulsaron? —se tensó. Se quedó callado, no quiso responderme. — ¿Por qué no me respondes? —seguía callado, así que me acerque y volví a sentarme en donde hace unos minutos estaba. — ¿Por qué no me quieres contestar?
— ¿Por qué te juntas con gente como yo? —cambio totalmente de tema y esa pregunta me dejo confusa. ¿Qué querrá decir?
— ¿A qué te refieres? —solo se limitó a mirarme. Cogió un mechón de mi pelo y lo puso detrás de mi oreja. Lo sentía demasiado cerca. No sabía si era él o el alcohol lo que me hacía estar caliente. Nuestras respiraciones se mesclaban y el simple hecho de estar solos en un lugar como esto volvía todo mucho más interesante. —Soló dime...—me calló con un beso, sus labios estaban tibios. Solté la botella de vodka y a horcadas me senté sobre él. Sentía como su respiración aumentaba y disminuía en tan poco tiempo. El abrazó mi cintura y me empujo más cerca de él. Enrede mis manos en su suave pelo, las fui bajando lentamente hasta que llegue a los botones de su camisa. Desabroche uno por uno, sentí como empezaba a bajar la cremallera de mi vestido.
Creó que llegó la hora.
Miré los ojos llenos de lujuria de Zach, el me deseaba y yo a él. Siguió besándome y luego bajo hasta mi cuello. Bajo la parte delantera de mi vestido y me miro. Sonrió como tanto me gustaba. Estaba roja, nunca un chico se me había quedado mirando de la manera que él estaba. Empezó a darme pequeños chupones en el cuello, bajando hasta mi pecho dejando un camino de ellos. Volvió a mirarme a los ojos y se detuvo.
— Lo siento, pero no puedo. —Dijo secamente. Me alzó de la cadera y me puso de nuevo sobre la barra. Se arregló la camisa y me dejo sola en la mitad del bar. Humillada y semidesnuda. ¿Por qué quiso parar? ¿Sera que soy mala en esto?
No, eso no es posible.
Mi exnovio decía que era muy buena besando, pero... ¿Sera que si tengo un cuerpo para que un hombre me desee? Nada es peor que los pensamientos de una virgen que acaban de plantar. Me puse a llorar. Arregle mi vestido, me coloque los zapatos y trate de no parecer que estuve llorando, pero el intento fue en vano. Todo mi maquillaje estaba corrido y no podría disimular.
Salí del edificio y una fría brisa hizo que se me erizara todo el cuerpo. Sentí una mirada fija en mi pero no había nadie visible en la calle. Espere que llegara mi chofer y me fui de la "fabulosa" fiesta de mi padre.
Y así fue como termino una chica destruida en la mitad de la noche.
***
No se si escriba así como hoy en estos días, de pronto fue la inspiración del momento. Creo que este capitulo va ser uno de mis favoritos.
Ojalas les guste, por favor comenten si les gusto.
Los quiero mucho. *-* Chau.
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TEENAGE WASTELAND
RomanceIncluso mis mejores días sin ti no se comparan con los peores días a tu lado No me importan las consecuencias, con tal de que siempre estés a mi lado. Teenage Wasteland es la historia de Elizabeth Turner en un mundo muy ido.