El reloj de la ciudad de Gotham hacía sonar las doce campanadas de la media noche. A esas horas casi todas las familias que apreciaban su seguridad descansaban en sus casas, pues todo habitante de Gotham sabía que en cuanto entraba la noche la delincuencia se hacía con las calles más de lo que se veía por el día.
En esa inmensa ciudad, bajo las cloacas se hallaba el murciélago intentando dar caza al pingüino, acabando con alguno de sus secuaces que se interponían a su paso, aún que no le estaba siendo fácil, ya que el pingüino controlaba a la mitad de los malhechores de Gotham.
Habiendo acabado con una docena más se dispuso a salir de más cloacas para buscar otra forma de hallar al pingüino dado que su resistencia se estaba viendo afectada por el cansancio de las peleas anteriores. Desgraciadamente al salir a la superficie más de estos secuaces le esperaban. Con rapidez bloqueo la mayoría de sus ataques y a pesar de la gran cantidad de personas que eran se las arregló con su ingenio para deshacerse de más de la mitad.
Pero eran demasiados, aprovechando la concentración del murciélago por otros de sus compañeros, los secuaces que no estaban siendo atacados, consiguieron golpear al murciélago dejándolo durante unos instantes inmóvil, situación que aprovecharon para hacerle todo el daño posible pero Bruce se las arregló como siempre para librarse de ellos corriendo hasta saltar un contenedor agarrándose a una cornisa y disparar su gancho a la azotea subiendo rápidamente a esta.
Una vez allí se tumbó en el suelo recuperando la respiración, dirigió su mirada hacia dos heridas que le habían hecho atravesando su traje por el costado derecho, no tenía buena pinta, estaba sangrando mucho. Antes de poder darle al botón de alerta para que Alfred conociera su paradero algo le golpeó con fuerza la cabeza dejándolo inconsciente.
Cuando despertó, no conocía el espacio donde se hallaba, pues estaba en una habitación sucia sobre una cama cuyas sabanas eran lo más limpio que había. Rápidamente comprobó que llevaba el rostro al descubierto y tampoco llevaba su traje, unas vendas cubrían gran parte de su torso. Localizó su traje sobre una silla metálica que se hallaba al otro lado de la habitación.
Se levantó despacio sintiendo el frío suelo bajo sus pies, alcanzó el traje y se vistió con solo los pantalones para asomarse rápidamente a la puerta, miro a ambos lados del largo pasillo. Distinguió por como estaban los pasillos que era el manicomio de Arkham. Había pasado mucho tiempo desde que ese lugar quedó "abandonado".
Toda la ciudad sabía que a pesar de su estado de derrumbamiento el edificio era lugar de refugio de la mayoría de escoria humana de los alrededores.
Pero a pesar de ese hecho, el murciélago no oía nada, ni un alma. Sin embargo sabía que alguien debía haber, pues no habría sido el espíritu Santo el que hubiera vendado las heridas y arrastrado a ese lugar.
Sus sentidos estaban más alerta por que el hecho de no oír nada le preocupaba más, volvió a la habitación mirando alrededor para hallar alguna pista, en bano.
De repente le pareció oír pasos lejanos que se acercaban provocando un eco por los pasillos, pero en ese momento un zumbido insoportable empezaba a resonar por su cabeza, un pitido agudo, después un dolor intenso en la parte frontal, era posible que fuera la reacción a la cantidad de sangre que había perdido por el camino, ya que a los pocos segundos se desmayó.
No sabía cuanto rato había pasado desde que sufrió el desmayo, pero estaba oscuro, apenas entraba luz por la ventana, debía ser de noche.
Esta vez tenía su traje puesto, y se encontraba mejor. Sentándose llegó a ver una nota que había en la bandeja de las herramientas de medicina, el papel estaba sucio, pero se entendía la letra.
"Llevas inconsciente tres días, te he cambiado las vendas dos veces, también te he dado algunos calmantes y he vigilado tu estado, esto no lo hago por ti, más bien por que no voy a dejar que mueras, lo he hecho por mí, sin ti a mi se me acabaría la diversión.Que gracia tendría que no estuvieras para hacer mis planes más divertidos? "
