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— ¿Qué padre? — respondo un poco asustada y a la vez asombrada.

— ¿Que si puedo ver, lo qué tienes en el computador? — me imagino que mi cara debe ser todo un poema así que me apuro en responder.

—Claro, Padre. — hablo un poco menos nerviosa.

Mi padre empieza a observar y leer, en voz alta, lo que presenta la pantalla de mi laptop, cosa que resulta rara, es una invasión muy grande de espacio para mí.

— ¿Esto es un libro, sobre una madre adolescente verdad nena?

—Sí, padre — hablo segura, y un poco emocionada, después de tantos años por fin me presta atención.

— ¿Te gustan los bebés? — habla luego de pensar un rato.

— sí, son muy tiernos. — respondo con una sonrisa.

—Que bien mi amor, pero ya es hora de dormir cielo. — habla tranquilamente, mientras se para y lleva mi computadora a la mesa, luego de apagarla.

Vuelve y me ayuda a recostarme en la cama, mientras me cobija acaricia mis piernas con la palma de sus manos y me dedica una sonrisa tierna. Yo nerviosa e incómoda, me muevo un poco. El deposita un beso en mi frente junto a un buenas noches princesa y sale de la habitación dejándome a oscuras y con la mente revuelta.

(....)

Despierto por el ruido del despertador, me duele la cabeza de pensar que hoy tengo que ir a clases, además no logro recordar a qué hora me dormí anoche, luego de dar tantas vueltas en la cama.

Me levanto y me dirijo al baño, me baño con agua caliente, pues hace mucho frío y cepillo mis dientes tiritando.

Me visto con unos vaqueros desgastados, una camisa blanca y unas botas marrones de cuero que me llegan hasta las rodillas.

No, no me visto muy hermoso lose.

Recojo mi pelo rubio en una coleta y pinto mis labios con gloss de chocolate. Cojo mi mochila, mi celular y bajo a desayunar dándome prisa cuando bajo las escaleras.

Me siento al lado de mamá y empiezo a comer el desayuno que hizo Marina.

Al terminar me voy con mamá al Instituto, el caminó es de unos 25 minutos. Así que coloco música en mi celular y le conecto los audífonos.

Cuando llego al colegio bajo del carro y me dirijo adentro. Voy a mi casillero y cojo lo necesario para pintura, que es mi primera clase del día. Camino por los pasillos del Instituto sin ser notada, una de las cosas que más amo, llego 5 minutos antes a clases y me siento al lado de la ventana, me parece casi un milagro haber llegado a tiempo con la flojera que tengo hoy.

—Hola, ¿me puedo sentar aquí? — Habla una persona y por su tono de voz sé qué es un chico — soy el nuevo, me llamo Kiam —termina de agregar con una sonrisa.

—Hola, Kiam claro qué puedes. — termino de decir con una sonrisa antes de voltear mi cabeza hacia la ventana, realmente odio la compañía pero es nuevo, así que se merece que lo traten un poco bien.

Las clases se terminaron rápidamente, y por suerte la mayoría me tocaron junto a Kiam.

Al salir del Instituto, Kiam me intercepta y me pide que salgamos al cine, pero por mala suerte Papá nos interrumpe.

Todo el caminó es silencioso, al llegar a casa mi padre me toma del pelo y me lleva a mi recámara, me lanza sobre mi cama y empieza a gritarme, siento un dolor de cabeza terrible, y no presto atención realmente a sus gritos. El sigue y cuando pienso que por fin va a parar una cachetada me saca de mis pensamientos, el ardor que tengo en la mejilla derecha es indescriptible, no aguanto más y me desplomo como un ave que recibe un golpe en pleno vuelo.

Mi dolor es tal que pierdo la conciencia de lo que me sucede e involuntariamente me sumerjo en una oscuridad que consume cada molécula de mi persona, cada grito, cada golpe y cada acción me van hundiendo más mientras me destruyen.

Mi padre se empieza a quitar el cinturón y yo no entiendo nada, hasta que empieza a gritar cosas de nuevo, entre ellas groserías que si comprendo.

—Eres una puta — con esas palabras de su parte, llega el primer azote.

Mis nerviosos están flor de piel, mis lágrimas salen de mis ojos junto a mis sollozos que son como canto de pájaros en primavera.

Nunca en mi vida me hubiese sentido tan mierda, tan basura, solo quiero desaparecer.

Yo amaba a mi Papá, él era mi héroe, y aunque últimamente no compartíamos mucho, y no éramos tan cercanos era mi padre.

Pero mi dolor fue aún más grande cuándo rompió toda mi ropa y sacó mis bragas de un tirón.

En ése momento desapareció todo amor, cariño, admiración que hace unas horas sentía por él.

Me iba a quitar lo más preciado, ¡me iba a violar!, ¿Qué clase de monstruo era?

A veces la vida es tan dura e injusta, yo nunca trate a nadie mal, nunca fui a fiesta con mis amigos, nunca llegué tarde a casa, nunca me escapé de la escuela, nunca le falte el respeto a alguien.

Nunca fui mala, no tenía idea de que estaba yo pagando.

—Eres una zorra — fue lo último que oí antes de ser fuertemente embestida, por el miembro de ése cerdo miserable.

Perdí la cordura y empecé a patalear y tirar golpes al aire mientras, ese hombre solo me embestía más fuerte.

Le pedí que parara, que me dolía mucho, que no aguantaba más.

Pero el hizo caso omiso a mis plegarias.

Este día lo guardare en mi memoria como el más triste, doloroso, amargó y repugnante de mi vida.

Pero hay teniéndolo encima de mí aplastándome con su peso y respirando su aroma de mierda, comprendí que las cosas bonitas solo pasan en libros.

Nunca pensé que eso no era nada, que hay comenzaba mi pesadilla, el final de mi felicidad, mi destrucción.

SolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora