capitulo 1

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Las reglas de la apuesta

Existían en el mundo, una infinita variedad de adjetivos que pudiesen emplearse para la descripción de la personalidad de Evan Colton. Podría ser humorístico, atractivo, hasta amable. Era realmente un chico encantador, sólo un poco mujeriego. Sin embargo, era necesario exentar por completo cualquier palabra referida a responsabilidad colegial.

Y es que de todos los institutos de la ciudad, era estudiante del único que comenzaba sus actividades escolares 3 días antes que todos los demás: Mountain Lix High. Era falso decir, que era un lugar poco digno de costear pues su amplio terreno lleno de canchas, cafeterías ambulantes, campos deportivos, áreas verdes y grandes aulas bien preparadas, era algo que valía la pena disfrutar.

El dichoso próximo casanova de aquella gigante estructura académica, más que asustado por la enorme apuesta que cargaría ese año, iba bastante relajado por los pasillos. Ignorando por completo que iba más de cuarto de hora tarde a su primera clase del día, de su primer día.

Al tocar la puerta, atrajo hacia él las miradas de todos sus compañeros, — o casi todos, pues la gran mayoría estaba ausente. — los cuales se dejaban distraer fácilmente por cualquier cosa. El joven a quienes todos admiraban, también tomó su papel al inspeccionar a toda su nueva clase, notando algunos chicos más o menos atractivos, y solo contables chicas que lo hicieron mirar más de una vez. Habían pocos nuevos, pensó. 

Después de ser reprendido por su maestro de literatura, tomó asiento a un lado de Thomas Jules, un rubio bien parecido, de ojos verdes acuarela, quién había conocido hace 3 años, en un entrenamiento de fútbol. Eran ambos unos muchachos carismáticos, uno más acaudalado que el otro, pero buenos amigos.

—Creí que no vendrías. — recibió Thomas, mientras con un apretón de manos le saludaba.

—No pensaba faltar, hoy por la tarde están las audiciones para el nuevo equipo de fut. — le informó, abriendo su mochila y rebuscando en el fondo para ver si hallaba algún lápiz.

—Eso no lo sabía.

—Pero ahora lo sabes. — y abriendo su libreta, Evan se dispuso a anotar un conjunto de indicadores evaluativos escritos en el pizarron.

En dicho momento, un sonido leve de nudillos chocando contra la madera de la puerta le llamó la atención. Se sorprendió con el echo de no ser el último en llegar a la clase, siendo superado por la chica pelirroja que pedía permiso para entrar.

El profesor canoso, con mala cara, le dio el acceso al aula, permitiéndole entrar a toda velocidad, haciendo revolotear su larga cabellera anaranjada.

Evan jamás había visto aquella chica pues era nueva en su clase, pero no nueva en el instituto. La siguió con la mirada, admirándola, perdiéndola de vista cuando pasó a un lado de su asiento para ocupar el consiguiente.

¿Quién era ella? O mejor dicho ¿cuál era su nombre exactamente? Pronto lo averiguaría. Realmente, no era la muchacha mas hermosa que había pasado por sus ojos, pero si tenía algo en su colorida apariencia, el naranja de su cabello, el caramelo de sus ojos, lo blanco de su piel, lo rosado de sus mejillas, que lo impresionaba.

Pensó en cuantas chicas así conocía. Sin duda algunas más bellas que ella, por ejemplo, Mónica Lother, su ex novia. Despampanante, rubia, ojos verdes y cuerpo de modelo. Algo irritante, pero sin duda iría a su lista de cien mejores. Quizá seria el primer puesto.

La lista de Evan [#Wattys2016] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora