Una Extraña mañana

53 3 2
                                    

Pronto volví a casa con el deseo de descansar un poco, apenas estaba acostándome cuando sonó el teléfono de casa, era mamá para darme la noticia que estas vacaciones no vendrían a visitarme debido a unos cuantos problemas y que seguramente no podrían llamarme porque iban a hacer reparaciones y no se cuanto más en las lineas de teléfono he Internet de la zona así que la pasaría solo estas vacaciones, a menos que Sara pudiera o quisiera salir conmigo; aunque realmente dudaba un poco eso ya que creo que a raíz de lo que había pasado ella necesitaría un tiempo para que todo se olvidara, en fin. Pronto llego la hora de dormir, me recosté en mi cama y mire el blanco techo hasta que no pude mas y caí en profundo sueño.

A la mañana siguiente desperté todo normal a excepción de una cosa; no me había dado cuenta que mi estatura estaba un tanto disminuida, la ropa me quedaba grande y sentía comezón por todo el cuerpo. Ignore todos los síntomas y me dirigí al baño a orinar solo para entonces al pasar por el lavamanos darme cuenta al fin. -¿¡Que demonios!? - dije preocupado - ¿Estoy alucinando o el baño es más grande? - rápidamente corrí a mi cuarto y me mire al espejo (Uno más grande que me permite verme a cuerpo entero) - ¡No puede ser! ¡No es el baño! ¡Ni la casa! ¡Soy yo! ¡Yo encogí! ¡¿Pero como!? ¡¿Porqué!? - me preguntaba a la vez que una especie de brillantina recorría mi cuerpo. -Por favor díganme que esto no esta pasando... que es... es... es un sueño, si eso es... - decía mientras trataba de despertar, sin embargo, esto no era un sueño; al contrario; era más real que una abuelita en la lucha libre.Pronto me comenzó a crecer pelo, note que mis orejas se hacían puntiagudas a la vez que mis manos tomaban otra forma, fue tan rápido... ya solo lo siguiente que pude notar fue que me vi obligado a andar en cuatro y que me crecía una cola. -¡No, no, no, noooo! ¡Yo no puedo ser un Worf! ¿¡Que rayos me esta Worf! - apenas y podía hablar debido a que ahora solo faltaba que mi hocico se formara, mi nariz se humedeció y se torno en un tono negro a la vez que mi mandíbula se estiro, pasados unos segundos todo termino, era un perro; y no podía pronunciar una sola palabra. Solo podía pensar y rogar en que alguien pudiera leer mi mente. Pero no había nadie.

Si te esta Gustando la historia y deseas que continué, deja tu voto y comenta que te ha parecido. Estoy seguro que me servirá  mucho. Gracias por leer.

Su mejor amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora