Callejero

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Estaba asustado, aun no podía hacerme la idea de que me había convertido en un perro ¿Como y porqué? no lo sabia. Pero lo que si sabia es que si no hacia algo pronto la dueña de la vecindad en la que vivo llegaría y me sacaría no muy amablemente. 

Para empezar me quite la ropa que para ese instante estaba de sobra, me acaloraba mucho, una vez logre despejarme de prendas mire la puerta y pensé en una manera de abrirla; sin embargo, no haría falta pues al instante en que me senté frente a esta para meditar una manera de abrirla, esta lo hizo y si; era la dueña de la vecindad la cual una vez me noto hizo una cara de repulsión, saco una escoba de quien sabe donde y me saco a escobazos a la calle.

-Doña Ana ¡Espere! ¡Soy yo! ¡Sam! - replique pero ella solo escuchaba ladridos.

-¡Vete perro cochino!- dijo y cerro la puerta de la vecindad.

-¡Ah si! Pues... pues... quédese con su vecindad ¡Bruja! - dije y camine sin rumbo - ¿de donde sacaría esa escoba tan rápido?

Pasaron las horas y yo seguía andando, sin rumbo, sin opciones. Cruce la calle sin ver y entonces solo escuche el frenon de un auto, casi me arrolla. 

-¡Fíjate pinche perro! ¡Animal tenias que ser! - grito el conductor del auto.

Yo solo pude agachar las orejas, meter la cola entre las patas y seguir mi rumbo sin sentido. Al cabo de un rato tuve hambre, me acerque a un puesto de comida con la esperanza de que me dieran algo pero la gente de allí solo me ignoro. ¡Que impotencia! necesitaba comer y no podía expresar con palabras el como me sentía. Pasaron unos minutos y entonces me rendí, camine hacia un parque y me recosté al lado de una banca hasta que...

¡Pluarg! se escucho caer algo. Me había dormido en el parque y al despertar solo pude ver un trozo de torta a mi lado junto con unos pies, alcé la mirada para ver a quien se le había caído y entonces note un niño acompañado de nada más y nada menos que Sara. 

-Sa...sara... - dije esperanzado, sin embargo ella solo escucho los típicos chillidos de un perro - ¡Eres tu! ¡No sabes que gusto me da verte!

-Oye sara... ¿Crees que al perro le guste tu torta?

-No veo porque no - le respondió - se ve hambriento... debe llevar días por aquí y sin probar algo que no sea tan denigrante como la basura o sobras asquerosas de los restaurantes.

-De echo llevo como seis horas de ser perro pero... si; hace hambre aquí - dije como si pudiera entenderme.

-Bueno... ¿Qué esperas amigo? - dijo Sara señalándome la torta - esta ahí, es tuya.

-Bueno... no creo que me haga daño- dije y comencé a comerla hasta que me tope con algo a lo que mi sentido del gusto no le hubiera atraído encontrar... 

-Sara... - dijo el niño al ver que comenzaba a jadear.

- ¿Sí? - respondió Sara con dulzura, como es su costumbre.

-¿Que tu torta no tenia...

-¡Salsa!- gruñí al no soportarlo más y rápidamente eche un vistazo a mi alrededor buscando agua y la encontré, corrí  hacia donde estaba un charco de lluvia y bebí de allí, pero no se me quitaba - ¡Aaaaah! ¡Alguien ayúdeme!

Esta Historia continuara...

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Su mejor amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora