Todo iba bien. [1]

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Me despierto, abro los ojos, observo todo lo que hay a mi alrededor y pienso que no debo levantarme hoy de la cama, eso implicaría volver a enfrentarme a todos los problemas y personas que a diario me hacen daño, pero voy a contaros esta historia desde el principio.

Mi nombre es Ginger, tengo 17 años, supongo que esta es la edad en la que todos se enamoran, van a fiestas, y se emborrachan hasta terminar tirados por el suelo. La verdad es que desde pequeña siempre fui la rara, quizá fue porque a los 4 años yo ya había logrado hacer muchas cosas que los niños de mi edad no podían, mis padres no se creían la capacidad que yo tenía para ser tan pequeña, recuerdo cuando me llevaron al psicólogo por primera vez creyendo que yo tenía un problema o una especie de enfermedad extraña, la forma de pensar de mis padres cambió cuando con 5 años unos expertos me hicieron una prueba en la que determinarian mi inteligencia, lo que yo no sabía es que a partir de ese día mi vida iría cambiando poco a poco, yo tenía eso que los médicos determinaban como inteligencia superior, en pocas palabras, que era superdotada. Esto ha hecho que a lo largo de 12 años me haya tenido que cambiar de colegio unas 4 veces ya que no encajaba en ningún sitio. Al entrar al instituto todo iba bien, o bueno, eso parecía, yo tenía mis amigas, tenía a mi novio, era una chica bastante agradable con los demás, hasta que esto un día cambió. Al empezar el último curso de la ESO empecé a notar varios cambios, perdí amigos, mi novio se fue a la otra punta del mundo y para colmo la que creí mi mejor amiga me apuñaló por la espalda cuando menos me lo esperé. Todo me vino muy de golpe, recuerdo como si fuera ayer cómo poco a poco todo se fue nublando, yo no entendía nada, mi única opción era callar y aguantar, serían sólo 9 meses, o eso pensé pero estaba muy equivocada, no quería contar nada, nunca me gustó contar lo que me pasaba, me cuesta mucho expresar mis sentimientos a los demás , puede que sea un problema de confianza con el cual tendré que vivir hasta que me muera pero jamás volví a confiar en nadie, o al menos no del todo desde que empezó toda esta odisea.

Perdóname mamá.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora