Capítulo 2

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Volví a casa después de enterarme de la desaparición de Andreas con toda la mala hostia posible. Me senté directamente en el sillón a analizar la situación: había dos posibilidades, que Andreas hubiera sobrevivido y pudiera matarlo en cuanto lo encontrara o que ya no estuviera vivo y se lo hubiera llevado el camión de la basura. Parecía la opción más lógica, aunque no por el camión de la basura, porque una persona no podía sobrevivir a tal perdida de sangre. Si había conseguido levantarse y escapar teniendo todos los huesos rotos y la cara hecha mierda... Era imposible.

Prendí el televisor para ver algún programa mierda de estos que siempre pasaban. Hice zapping un rato, pero solo encontré reality shows. Apagué el televisor y me fui a la ducha, puse el agua a lo más frío que se podía; necesitaba relajarme. Desgraciadamente, la ducha no ayudó mucho, así que salí nuevamente. Me dirigí en el coche hasta la casa de Sam, pero cuando estacioné fuera de su casa, de inmediato me llegó un mensaje. ¡Y vaya casualidad! Era de él.

«Tom, Andreas está en el hospital. Ven ya y te explicamos lo que ha pasado. El hospital es el de La Tercera, dos cuadras arriba. No me sé su nombre».

La Tercera era unos de los lugares donde habitualmente nos enfrentábamos entre los jefes de las pandillas. Siempre había alguno que otro listillo que se metía cada vez que peleábamos y acababa sin los dientes delanteros.

Retrocedí el coche y salí de entre los matorrales que había en la casa de Sam. Cuando llegué a la ruta, me dirigí a La Quinta, que estaba cerca de La Tercera. Era en La Quinta donde se hacían las reuniones y se decidía a qué pandilla pertenecerían los recién llegados. Me dirigí unas cuadras abajo hasta llegar a La Tercera, y luego, siguiendo las instrucciones de Sam, me dirigí dos cuadras hacia arriba.

Me estacioné y caminé hacia la entrada lo más rápido que pude. Al entrar vi a Sam junto a Ed en la recepción, por lo cual me acerqué. Ambos me miraron con expresión triste, bien fingida tengo que decir, provocando que yo los mirara extrañado. ¿Qué cojones les pasaba?

— Ahí, es él. Señorita, él es el hermano de Andreas —le dijo Ed a la recepcionista, guiñándome para que le siguiera el juego. Se lo seguí con toda la mala hostia.

— Así es —concordé, fingiendo tristeza—. ¿Qué ha pasado con mi hermano? ¿Puedo entrar a verle?

La enfermera pelirroja me miró con desconfianza, pero me dijo el número de la habitación de Andreas, así que subí junto a los chicos. A ellos no les había dejado saber el número por el hecho de que "estaban en la escena del crimen". Al parecer se tragó la tonta historia que Sam le había contado.

Al llegar a la puerta de la habitación de Andreas, me volteé bruscamente y miré a Ed y Sam fijamente hasta que reaccionaron.

— Bueno, Tom —comenzó Sam—. Yo estaba hoy con Ed haciendo la guardia en el callejón hasta que llegó Dustin, el nuevo, el mamón que te quiso hacer frente ayer. Y pues nos dijo que quería ver a Andreas muerto antes de irse de viaje a Cancún, porque al parecer se iba, pero al poco rato comenzó a sonar una sirena de ambulancia y el hijo de perra se dio a la fuga.

— Entonces llegó la ambulancia —continuó Ed—, y comenzaron a revisar todo el callejón además de subir a Andreas a una camilla. Después nos vieron parados ahí y preguntaron si habíamos sido nosotros los que le dieron la golpiza. Respondimos que en realidad habíamos sido nosotros quienes lo pillamos ahí tirado y al parecer se tragaron la historia, porque se fueron, y ya luego nosotros les seguimos en el coche. Sin embargo, a pesar de nuestra historia, creo que dieron alguna orden especial para que justamente nosotros no entremos a ver a Andreas, así que no sabemos mucho sobre si está muerto o vivo...

Parecía mentira, más le valía estar muerto o yo mismo le mataría ahí mismo. ¡Encima estos mamones le creían al nuevo! ¡Y dejaron que la puta ambulancia se lo llevara! Hijos de perra, ya luego me las arreglaría con ellos. Ahora me importaba más saber si el cabrón estaba muerto o no.

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