Capítulo 3

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Salí de la habitación con una renovada calma y, mientras caminaba hacia la salida del hospital, me puse a pensar en Bill. Él podría serme útil para mantenerme informado sobre el estado de Andreas, o directamente para matarle cuando me diera la gana, a Andreas, claro. Bill parecía ser un buen chico, un poco afeminado y rarito, por lo que vi, pero ese era otro tema. Tenía que conversarlo con los chicos antes de tomar una decisión, porque cualquier paso en falso podría delatarme con los jefes de las demás pandillas, y nadie debía enterarse de que Andreas estaba vivo.

Vi a Ed y Sam parados en el estacionamiento cuando llegué. así que me dirigí a ellos. Tenían un asunto pendiente conmigo.

— Eh, Jefe, tenemos guardia en media hora en La Quinta. ¿Necesitas algo? —preguntó Ed tranquilamente mientras pateaba una piedra.

— Si. —Caminé hacia ambos y les agarré del cuello de las camisetas—. Esto quedará entre nosotros, no se va a enterar ni Mason, ni Jay, ni ninguno de los otros jefes, así que si se encuentran a alguno en La Quinta, cierren la boca. Si por alguna razón se les escapa que Andreas está vivo... —Me acerqué a las caras de ambos y luego les empujé tan fuerte que dieron contra el coche—. Ustedes dos serán hombres muertos. Junto a Vik, por supuesto, otro más que está implicado en esto.

— C-Claro, Jefe, yo... —balbuceó Ed—... yo le diré a Vik y... y c-cuando termine nuestro turno iremos a La Doceava. Eso es a las tres y media, ¿o no... Sam?

El aludido asintió y, luego de mirarme, lentamente ambos se levantaron. Yo me alejé y me subí a mi coche, lo encendí y comencé a conducir por algunas unas cuadras sin saber exactamente hacia donde ir. Solamente sabía que estaba cagado de hambre.

Vi una cafetería a lo lejos y rápidamente busqué un lugar en donde estacionar. Entré al lugar, llamado "Lemon Juice", lo cual me pareció jodidamente raro, ya que no se utilizaban mucho los nombres en inglés en Alemania, al menos no en locales. El lugar sí que olía a limón, los empleados tenían un uniforme amarillo con un gorro que parecía un limón, las mesas tenían la forma de un limón partido en dos y las sillas estaban decoradas con, obviamente, limones. Era demasiado alegre y chillón para mi gusto, pero definitivamente tenía que probar algo de ahí sí no quería morirme de hambre.

Me senté en una de las mesas personales y ordené media porción de torta de limón, con un café y un muffin de limón y naranja. Estaba buenísimo, aunque el limón no era una de las cosas que más me gustara debido a que me hostigaba, pero la torta y el muffin estaban deliciosos. Pagué todo al terminar y luego me devolví a mi coche.

Cuando llegué a mi casa, saqué el móvil y vi la hora: doce treinta. Todavía me quedaban unas horas antes de ir a reunirme con los chicos, así que decidí matar el tiempo. Le di comida a Copper y luego me fui a mi habitación, cerré las ventanas y y me tiré en la cama a echarme una siesta. Ventajas de tener grandes cortinas: el sol no te llegaba en toda la cara.

Desperté sobre las tres y recordé que aún tenía unos treinta minutos para llegar a nuestro lugar de reuniones. Aún no teníamos un número definitivo, pero nosotros siempre le llamábamos La Doceava, porque normalmente éramos doce en la pandilla y siempre que llegaba uno más, moría por tonto. Éramos unos de los bandos más molestos y quisquillosos, pero yo como Jefe siempre debía mantener la calma.

Encendí el coche y me dirigí hacia La Doceava. Demoraría cerca de veinte minutos en llegar, así que el tiempo me andaba perfecto. Estacioné mi coche en cuanto llegué y entré a la oficina, que más bien era un contenedor de estos que traían exportaciones de otros países y que lo habíamos adaptado para simular una oficina, pero que igual nos servía para reunirnos. Solamente estaba Vik dentro, había llegado primero y estaba fumando lo que parecía un porro. Me dirigí a él, quien se paró rápido y apagó el porro en un cenicero. Hizo el típico saludo a su superior que todas las pandillas le hacían a sus jefes, el cual rápidamente fue interrumpido cuando llegaron Ed y Sam, que venían pidiendo disculpas por llegar tarde.
Dejé pasar su tardanza por el momento.

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