CATORCE

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Por fin era viernes, Rubius no cabía en la felicidad de pensar que saldría de ese infierno.
Ya todo estaba planeado, tal y como estaba previsto el lugar abrió a las 6PM -al igual que todos los días- entonces Rubius colocó la nota debajo de la puerta de la oficina del dueño del lugar, y por suerte o quizás el destino esté justo iba saliendo entonces fue fácil verla.
En la nota decía que este se iba, por lo que el dueño sin pensarlo mucho llamó a toda la seguridad del lugar para encontrar al castaño.
Este rió, sabía que no lo harían, estaba escondido cerca de la salida por lo que no lo encontrarían.
Al buscar y no encontrarlo incluso los guardias en la puerta fueron enviados a buscarlo.
Tontos.
Con eso solo le facilitaron la salida pues la habían descuidado, corrió hacia la puerta y salió, era libre.

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Por otro lado al llegar el viernes Mangel se encontró esperando ansiosamente a Cheeto.
Una vez en el auto todo se sintió irreal para Miguel pronto podría enmendar su error.

-Bueno, el lugar está a dos calles y yo ya voy tarde. Así que si quieres llegar a la hora que dijiste empieza a mover el trasero- dijo Cheeto quitando seguro a las puertas para que el azabache pudiera salir.

-Gracias Cheeto- dijo Mangel saliendo del auto y al tener tanta adrenalina empezó a correr por la calle.
Cuando faltaba una cuadra Mangel se percató de un chico que al igual que el corría pero en el lado contrario de la calle.
El chico era delgado y castaño, piel pálida, le recordaba tanto a...

-¿Rubius?- gritó captando de inmediato la atención contraria, este giró a verlo con clara sorpresa en su rostro, poco después sus ojos se cristalizaron

-Mangel- ambos corrieron para poder juntarse y al estar con unos centímetros de separación ambos terminaron con la distancia, abrazándose sin importarles ya nada más, ni siquiera el hecho de estar a media calle importaba.
Eran tan solo los dos, por fin eran de nuevo los dos, Mangel intensificó su agarré.

-No sabes cuanto te he buscado y no te imaginas cuanto te he extrañado- dijo Mangel susurrando al oído del otro mientras lágrimas se deslizaban por ambas caras.

-Yo espere por tanto tiempo este momento- sollozó Rubius contra su cuello

Mangel con la poca voluntad que le quedaba separo su cuerpo del castaño y tomó su mano.

-Salgamos de este lugar- el contrario asintió

Y así es como ambos se alejaron de ese lugar al que Mangel nunca permitiría que Rubius regresara.

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Editado

Just a kiss [Rubelangel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora