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Olivia no sabía que decir ante las palabras de las dos personas que se encontraban delante de ella. Realmente quería llorar y no parar hasta bien entrada la noche, llegar a su casa y esconder la cabeza debajo de la almohada. Su estómago daba vueltas y el helado luchaba por salir por el mismo sitio que había entrado.

No sabía como iba a afrontar todo lo que estaba pasando. Sabía que Max y Abby tenían dinero, ¿pero tanto? Ella lo necesitaba, por eso cada verano trabajaba en la floristería de la señora Smyth, aunque esta le pagaba una miseria por todas la horas que estaba con ella.

Olivia soñaba con poder sacar a Ben de ese hospital de mala muerte para poder llevarlo a uno en el que lo cuidaran mejor, por eso no le importaba trabajar todo el verano para poder permitírselo, aunque tardase años en conseguir el dinero suficiente. Aunque hubiese la posibilidad de que Ben se despertara antes de que ella consiguiese reunir el dinero suficiente.

Por eso escondió la cabeza entre sus manos y se permitió llorar, pero no por pena, era una alegría que nunca se había permitido sentir, no sin poder compartirla con su hermano, con su hermano gemelo que se encontraba en coma.

Max se acercó a Olivia preocupado por si lo que le habían propuesto había sido un error y Abby alargó el brazo para posar su mano en el hombro de la pelirroja, en señal de apoyó.

Y esta vez fue Olivia la que pronunció el único tópico que se ocurrió y se echó a los brazos de Max, que le acarició el pelo mientras ella seguía llorando en su hombro y una pequeña sonrisa se le escapaba a Abby.

—Gracias —no pudo dejar de repetir entre sollozos.

Una tierna situación ante los ojos de la dependienta que los observaba.

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