IX

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Cuatro días. Cuatro malditos días habían pasado, tan pero tan lentamente, y fueron una tortura para Luhan.

Sus tíos eran agradables. Habían ido a buscarlo a él y a sus padres al aeropuerto, recibiéndolo con un fuerte y cálido abrazo mientras las lágrimas caían por parte de ellos y también del castaño, a pesar de que trato de aguantárselas. Más bien, estuvo tragando grueso tratando de que el nudo en la garganta se esfumara desde que se había ido de Corea y se odiaba un poco por ello, porque no lloraba totalmente por volver a ver a sus tíos, un ochenta por ciento era por Sehun, porque quería volver allí, estar con él, cuidarlo. Y estaba tan lejos.

La casa era muy bonita a decir verdad, al igual que su habitación la cual estaba en el piso de arriba. Se sorprendió cuando su madre le dijo que estaba intacta, es decir, no había tocado sus cosas, solo entraba para limpiarla. La observó estupefacto por unos momentos. En las paredes había muchísimas cosas escritas con marcador indeleble negro. Algunas eran frases, y otras cosas tontas y sin sentido.

— ¿Tu me dejabas hacer de mi habitación un desastre? —había dicho cuando la vio, dirigiéndose a su madre y enarcando una ceja— Es que... mira esto, mamá. Está todo escrito.

— Tu letra no es fea y por lo tanto no es tan desastroso. —Rió— En un principio traté de hacerte parar pero ya era demasiado tarde, me temo. El rebelde Luhan ya había escrito la mitad de la pared. —hizo una pausa, mientras ambos observaban la habitación, pero a ningún punto fijo en particular. — ¿Puedes creer algo? Gracias a estas paredes me enteré de que a mi hijo le gustaban los chicos.

El castaño soltó una risa. — ¿Es enserio?

— Estabas en la etapa del "descubrimiento", es normal que no me lo hubieras dicho en aquel entonces.

— ¿Y en dónde lo escribí? Quiero ver eso.

— Aquí, mira. Lo recuerdo perfectamente. —señaló un sector de la pared mientras sonreía. Luhan se acercó al mismo y leyó lo que decía.

"Me gusta alguien. Un chico. Lo cual es raro porque soy un hombre, pero... me gusta. Hace mucho tiempo ya. Creo que yo le gusto también."

— Wow. —Se alejó y miró a su madre— Esto parece que era algo así como mi diario intimo... mi pared intima. —rió y luego dejó de hacerlo al ver que era el único que estaba riendo. — Bueno, fue malo.

— Muy malo.

— ¿Y tu revisabas mi habitación? —Frunció levemente el ceño— Eso está mal, mamá.

— No lo hacía, tú no me dejabas entrar. —suspiró— Pero bueno, luego cuando desapareciste fue inevitable. Leer estas cosas de alguna manera me hacía sentir más cerca de ti.

— Oh, viéndolo de esa manera... estás perdonada. —rió.

¿Por qué los cuatro días habían sido una tortura? Porque necesitaba a Sehun. Era increíble lo mucho que se había acostumbrado a dormir acurrucado en su pecho, a sentir su respiración en su cabeza y nuca, a levantarse y ver su rostro durmiendo, a recibir sus buenos días. Se había acostumbrado a Sehun en tan solo un mes y un par de días. Lo peor era que el abogado no había especificado exactamente en cuanto tiempo iría a buscarlo, pero seguramente era más de una semana y Luhan no creía poder aguantar mucho sin él, o por lo menos sin una llamada. Yixing dijo que llamaría, pero conociéndolo... seguro se olvidaría. Y Sehun no querría llamar al castaño si su estado empeoraba seguramente porque no iba a querer preocuparlo más de lo que estaba.

Su padre ya había vuelto al trabajo y su madre también quiso volver a su profesión de costurera porque ahora tengo más motivación que antes, hijo. Por eso lo había dejado. Lo sorprendente fue que no tardaron mucho en darle trabajo. Es verdad que fui una costurera muy famosa y solicitada en su momento, para qué mentir. —Había dicho la mujer, con aires de superioridad, a lo que el castaño rió.

El caso del ciervo » [HunHan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora