Capítulo Siete

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Sebastian mira al joven Phantomhive disimuladamente.

Undertaker había insistido en mostrar a Vincent las bodegas de licores y sidra —ya que los viñedos y las bodegas de vino y champagne se encontraban en Francia—, y William había dado alguna excusa a la que no había prestado demasiada atención antes de retirarse. De aquella manera, había quedado a solas con el muchacho, que parecía totalmente indiferente a él, absorto viendo las botellas de alcohol.

-¿Y... qué te pareció este pequeño tour?- pregunta, secretamente esperando obtener más de su atención.

El peliazul voltea la cabeza distraídamente y arquea una ceja.

-¿Uh? Ah, sí- dice-. Fue... bonito, supongo. Muy informativo- asiente antes de volver a mirar las botellas, examinándolas cuidadosamente.

Sebastian se desinfla —porque no podría ser llamado de otra manera que no fuera aquella— al sentirse casi totalmente ignorado.

-Uhm... ¿cuál era tu nombre, de nuevo?- pregunta, buscando hacer conversación.

El chico lo mira por un instante.

-Ciel- responde quedamente antes de volver a lo suyo.

Definitivamente estaba poniéndose nervioso, debía evitar decir alguna estupidez que lo hiciera espan-

-Oh, ¿y qué edad tienes exactamente? Yo asistí a tu bautismo, ¿sabes?- antes de procesarlo con su cabeza, su lengua se rebela contra él, y se da un golpe mental.

'Ahora probablemente crea que soy un viejo acosador...' piensa '... aunque, pensándolo bien, quizá no esté muy equivocado'. Cubre su rostro con su mano, suspirando. 'Tranquilízate, Sebastian' se dice mentalmente.

-Trece- dice el menor, y el vampiro casi se atraganta con su propia lengua.

-Oh, bien...- responde, sin saber qué más decir.

Ciel sigue viéndolo, como esperando otra ridícula pregunta a la que contestar. El pelinegro se balancea casi imperceptiblemente sobre sus pies, intentando soportar aquellos momentos tan incómodos.

Entonces no lo soporta más, avanzando, acorrala al ojiazul contra las estanterías.

-¿Q-qué está haciendo? ¡Apártese!- exclama el peliazul, alarmado, sin poder seguir retrocediendo.

Sin responder, el de ojos rojos toma el rostro del menor con una mano, y se inclina hasta quedar cara a cara con él antes de unir sus labios, a pesar de las protestas amortiguadas de Phantomhive, que intentaba empujarlo de cualquier manera.

-¡¿Qué cree que hace?!- exclama con indignación cuando el vampiro se separa de él por un momento- ¡Voy a denunci-mmm!- sus palabras son cortadas por un nuevo beso de Sebastian, que esta vez aprovecha su boca abierta para meter su lengua en esta, alzándolo con facilidad para poder seguir con aquello parado correctamente.

A medida que el beso avanza, las rabiosas —aunque débiles— patadas, los tirones de cabello y las bofetadas van aminorando en cantidad e intensidad, hasta que el joven simplemente se deja llevar, incluso comenzando a responder a éste, a pesar de su inexperiencia.

~•~

William ajusta sus lentes, volviendo a la habitación. Durante la última hora y media no habían ni siquiera olido una pizca del aroma del pelirrojo, por lo que estaba yendo a ver exactamente qué estaba haciendo.

Cuando llega, abre la puerta, y por un momento se tensa al no ver a Grell en el cuarto, pero luego oye un melódico tarareo proveniente del aseo, por lo que cierra la puerta detrás de sí y se dirige al cuarto de baño. Al entrar, se encuentra con una vista bastante desconcertante —aunque no por eso menos sensual—. El híbrido se encontraba de espaldas a él, frente al enorme espejo del tocador. Ya no llevaba puesta la bata, sino que uno de los uniformes de las mucamas de la mansión; aunque estaba claramente modificado para que fuera más corto y ajustado. Llevaba medias de red, sujetadas con ligueros de cuero rojo, combinadas con unos zapatos peligrosamente entaconados de color borgoña, y... ¿de dónde demonios había sacado todo aquello? Estaba seguro que no estaba entre las prendas que le habían dado.

Su presa, su pareja. [UndertakerxWilliamxGrell/Undergrelliam]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora