Capitulo dos

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Nadir:

- ¡Erik, ¿Por que lo hiciste?!, y lo peor es que yo te ayude en esta maldita farsa.- estaba realmente enojado conmigo mismo, eso de ayudarle a fingir su muerte no ha estado nada bien, había dejado que Christine Daaé llorará en vano por la falsa muerte de mi amigo.

- ¡¿Es que no lo entiendes Daroga?!, ¡Ya estoy cansado de todo esto!- dijo mostrando su imparable ira, y cuando esta inicia solo se puede esperar lo peor- ¡Quiero dejar todo esto atrás!, es cierto que jamas olvidare todo lo que ocurrió en este lugar- dijo mas tranquilo mientras admiraba como había quedado la antes hermosa saña de estar estilo Luis Felipe que había reducido a escombros- Solo...no se...solo se que no me quedare aquí después de lo sucedido. Yo...yo solo quiero salir de este maldito lugar que se volvió en mi jaula personal desde...desde que ella no esta...desde ese día en el que ella se marcho.

Tras decir eso, se precipitó a la salida que solamente él conocía.

- ¿A dónde iras?- pregunte con la voz menos firme de lo que esperaba.

- No lo se Nadir, de hecho, pase toda mi vida sin saberlo, cuidate Daroga- cuando me di la vuelta para enfrentarlo, el ya no se encontraba ahí, ¿Que sera de él?, ¿no lo volveré a ver?.

Esta última pregunta resonó en mi cabeza, no me atrevía a pensar el no volver a ver a Erik, simplemente no podía.

Salí por la calle Rúe Scripe  en busca de aquel hombre que se había convertido en el mejor de todos mis amigos (y el único que aprecie mas que mi libertad).

Era plena noche y la calle se encontraba en silenciosa penumbra. Me dirijo hacia el bosque, seguramente Erik habría preferido un camino que estuviera lejos de la humanidad.

Poco a poco los numerosos y gigantescos árboles me llevaron al corazón del bosque en el que se encontraba una densa niebla.

No había rastro alguno de vida hasta que, en medio de la abundante vegetación, podía a duras penas distinguir un delicado movimiento a los pies de un gran roble.

Me acerque lentamente a la misteriosa figura hasta que pude ver que era una desdichada chica en un momento difícil.

Volteo a verme pero por la ya insoportable niebla me impedía ver su rostro.

- P-persa?- esa voz...la voz quebrada de un ángel caído, era aquella chica que había cambiado todo el ser de Erik con tan solo una mirada, era ella, era Christine Daaé, pero, ¿que hacia aquí?, ¿por que no esta con el vizconde?.

- Santo cielo, Christine, pequeña, ¿Que haces aquí?- me arrodille a su altura ya que seguía recostada en el pasto húmedo.

- ¡Por favor!, ¡le suplico que me ayude!,¡él me buscara y me encontrara!- no entendía nada de lo que decía, ¿él?, ¿Erik?, no, imposible, Erik ya no quería nada de esto, él solo quería marcharse, ¿una ultima visita a la desgraciada Christine?, lo dudo mucho.

- ¿De quien hablas?, Christine, Dios mio, me estas preocupando bastante mi niña, calmante, por favor y cuentame que fue lo que ocurrió- la tome delicadamente por sus frágiles hombros, ya mas de cerca, pude ver un pequeño coágulo de sangre en una esquina se sus antes rosados labios ahora resecos por las saladas lágrimas- ¡Por Alá!, ¡Christine!, ¡¿Que o quien te hizo esto?!- ella solo miraba a la gata color pálido que se encontraba junto a una gran roca que nos serviría de asiento. La tome por los hombros tratando de levantarla, pero ella emitió un grito ahogado- ¡¿Que ocurre?!- pregunte alarmado.

- E-es mi...mi pie...me duele demasiado.- dijo mientras señalaba su pierna derecha que se encontraba en un estado lamentable, tenia raspones, moretones, y podría decir que algunas astillas enterradas- Caí sobre el, creo que...me lastime el tobillo.

Dondé Estás Mi Angel?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora