დCapítulo 4დ

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Lo que había comenzado como una simple reunión de amigos, se había vuelto un total descontrol.

Aomine de alguna manera había conseguido alcohol y la mayoría de las personas allí estaban ebrias. A excepción de los más responsables quienes eran el pelirrojo y el peliverde, y de alguna manera trataban de calmar a los que estaban allí, lo cual era misión imposible.

— Shiiiiin-chan~ —Gritaba un Takao ebrio abrazando por detrás al nombrado.

—Apártate —Respondió el peliverde con algo de molestia.

— ¿Por qué me odias? Ki-chaan~ Shin-chan me odia —Fingía llorar el pelinegro.

—Yo... No te odio— Dijo con algo de vergüenza el más alto, pero al pronunciar estas palabras los ojos de Takao no pudieron evitar brillar.

—¡SHIN-CHAN ME AMA!—Comenzó a gritar y correr alrededor de toda la sala, seguido de Kise y Aomine.

—Akashi, ¿Qué hacemos? No podemos dejar que se vayan a casa así.

—Lo sé Shintarō, tendrán que quedarse a dormir todos aquí.

El peliverde asintió, Takao no podría pedalear en la condición que estaba y Midorima tampoco se llevaría a la calle a una persona en ese estado. Aunque Furihata y Himuro no estaban tan ebrios, también podían quedarse. Ya era algo tarde para volver también.

La cuestión que tenían ahora era calmarlos de alguna manera.

— Creo que Midorima-san podría encargarse fácilmente de Takao, y Himuro-san podría intentarlo con Murasakibara-san. El problema serían los otros dos. —Habló el castaño tratando de pensar un plan.

Midorima estaba algo molesto por tener que encargarse de su loco amigo, pero era su responsabilidad ya que a final de cuentas él lo había invitado.

—Eso me recuerda—Dice el pelirrojo pensativo—¿Dónde están Tetsuya y Taiga?

Estos habían aprovechado el momento de descontrol para salir a la parte de atrás de la casa y estar a solas. Ellos no habían bebido así que los dos estaban en óptimas condiciones.

La verdad es que este poco tiempo conociéndose le había bastado a estos dos chicos para que cayeran flechados en el amor. Pasar tanto tiempo juntos y compartir su pasión por el basquet era lo que había hecho que esto pasara tan rápido.

Se encontraban sentados en el pasto, la luna les iluminaba levemente, acompañada del gran espectáculo de estrellas que había esa noche. Ninguno de los dos hablaba pero este silencio era suficiente para saber qué disfrutaban de la compañía del otro.

El peliceleste estaba decidido, le diría lo que sentía al mayor, estaba seguro de que compartiría sus sentimientos. Colocó su mano encima de la del pelirrojo, quien se estremeció un poco por el tacto tan de repente.

—Kagami-kun—Comenzó a hablar el más bajo, con toda la tranquilidad posible, pero un grito proveniente de la casa hizo que los dos chicos se sobresaltaran y corrieron a ver que pasaba allá dentro.

—¿¡Qué está pasando aquí?!—Gritó Kagami al llegar y encontrarse con toda la escena.

Takao estaba enganchado del cuello de Midorima y no lo soltaba por nada del mundo. Himuro estaba atrayendo a Murasakibara con dulces. El que había gritado había sido Aomine ya que Akashi se había molestado y le había lanzado el objeto de la suerte del peliverde al moreno, y a su lado estaba el rubio tratando de consolarlo por el dolor.

— No pasa nada Taiga... Sólo que estos chicos no me hacían caso. Y mis órdenes son absolutas.

El aura terrorífica del pelirrojo se hizo presente en toda la sala, haciendo que todos se estremecieran y guardaran silencio por fin.

Ya era tarde y todos estaban cansados, así que optaron por irse a dormir.

Akashi le ofreció a Furihata que podía quedarse en su habitación junto a él, y este aceptó debido que le daba miedo todo ese tema de las órdenes absolutas y que tenía que obedecer.

Kagami y Kuroko decidieron ir a la habitación de huéspedes, y todos los demás tendrían que dormir en la sala.

— Shin-chan va a dormir conmigo— Cantaba feliz el pelinegro.

— Cállate, tengo sueño.

— Buenas noches Shin-chan~ —Dijo alegre Takao mientras cerraba sus ojos. El de pelo verde se le quedó mirando un buen rato y después respondió.

— Buenas noches, Takao. —Alcanzó a decir el de lentes antes de dormirse en el futón que había preparado el pelirrojo.

En el otro lado de la sala se encontraban Murasakibara y Himuro, quienes intentaban dormir también.

—Atsushi... Estoy cansado, vamos— Intentaba el pelinegro sin éxito.

— No quiero dormir... Quiero más dulces Muro-chin~

Exhausto el pelinegro suspiró.

— Entonces piensa que yo soy tu dulce, ¿Si? —Miró a los ojos de su compañero los cuales habían comenzado a emitir un ligero brillo que hizo sonrojar al mas bajo.

Sin pensarlo dos veces el pelimorado abrazó al pelinegro tomándolo por sorpresa.

— Siempre he querido dormir con un dulce —Decía a medida que se quedaba dormido, en cambio el otro sonrió con ternura y al poco tiempo después también se durmió acurrucándose en el pecho del más alto.

Por último, en el centro de la sala se encontraban los más ebrios en esta noche. Kise y Aomine, quienes habían tenido que compartir futón y estaban presentando algunos problemas.

—Aominecchi no te quedes todo para ti solo—Refunfuñaba el rubio medio dormido a su amigo.

—Hmp, cállate. No me dejas dormir— Respondió molesto el moreno.

Kise miró a su amigo, le daba la espalda y sentía su respiración lenta y pesada, ya se había quedado dormido. Entonces aprovechó el momento y se acercó a él lo más que pudo.

Rodeó su cintura con su brazo y acurrucó su rostro en el hombro del moreno sintiendo el aroma de su perfume. Y aunque le quitara más de la mitad del futón y roncara un poco, Kise no se arrepentía de compartir cama con él, todo lo contrario, se sentía extremadamente feliz.

Las horas pasaban y todos dormían tranquilamente a excepción de un chico, quienes sus sueños le hacían una mala jugada.

¿Dónde estoy?

Se preguntaba entre sueños, pero todo era fuego. No podía ver nada, todo estaba rodeado de fuego y estaba muy borroso.

¿Qué es este lugar?

Se preguntaba mientras intentaba avanzar entre las llamas, pero le era físicamente imposible.

Escuchó un llanto fuerte, reconocía esa voz.

Queria ayudarle, quería correr pero no podía avanzar más...

Takao despertó con la respiración agitada. Tenía un fuerte dolor de cabeza por todo el alcohol que había ingerido.

Miró a su alrededor, tenía el pulso acelerado y se sentía perdido. Esa pesadilla lo había afectado mucho de alguna manera.

Pero al ver a su lado a su amigo peliverde durmiendo de forma tan tranquila le calmó de alguna manera sacándole una pequeña sonrisa.

Entonces el pelinegro acurrucándose en el pecho de su amigo pudo volver a dormir sin ningún problema y con una sonrisa en su rostro

Aw, espero que no se me hayan muerto por sobredosis de azúcar. Pero yo soy cursi e.e

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⏰ Última actualización: May 15, 2018 ⏰

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