Capítulo 4

19 3 0
                                    

¿Era lluvia? Caía lluvia. Y sentía que estaba rebotando con unos brazos a mis muslos. Conseguí abrir los ojos y ver el bosque y una mata de cesp... y a Zoro. Le tuve que apretar mis brazos a su cicatrizado pecho o algo porque se dio cuenta enseguida de que estaba despierta.

-¿A gusto?-le oí-
-Bájame-me tenía a caballito-. ¡Ya!
-Te has mareado, no es conveniente.
-No digas tonterías, claro que puedo.
-No y tampoco tendrás la oportunidad de demostrármelo.
-Idiota...
-Cascarrabias.

Seguimos en silencio. Moviendo mis brazos sobre su cuello pude distinguir que tenía tres pendientes colgantes contiguos de oro en la oreja izquierda, me gustaban, la verdad, y empecé a jugar con ellos.

-No son juguetes-reprochó-.
-¿Quién es el cascarrabias ahora?

Bufó antes de que todo volviese a ser silencio exceptuando el tintineo de sus pendientes.

-Oye-dijo al rato-. ¿Sabes dónde estamos?
-¿Cómo que si sé dónde estamos? Estás llevándome tú ¿no?
-Ya pero...se han tenido que trasladar o algo, no encuentro la base.

Me quedé en silencio. No me digas que es tan orgullo como para admitirlo.

-Te has perdido-afirmé-.
-No digas tonterías.
-Tonto tú por perderte en tu bosque.
-Eres peor que nada...
-Irónicamente me lo dices tú.
-Esta me las pagarás-suspiró-. Espero que seas tan dura como afirma Panda.
-Esa chica exagera y no siempre dice las cosas como son.
-Espero que tengas razón, no me sienta bien que las aspiraciones seáis superiores solo por vuestra maldición.

¿De verdad había dicho eso? Se supone que se había disculpado elbmuy gilipollas.

-Bájame.
-Ya te he dicho que...

Le di un golpe en el costado y lentamente cayó de rodillas. Me levanté de su espalda todavía mareada.

-Hablas de mi gente como si no fuésemos humanos o como si hubiésemos elegido tener esto.
-Completamente no lo sois... Obviamente lo sabes.
-Somos de la misma especie, Zoro.
-Y necesitáis matarnos para sobrevivir.
-¿Crees que todos aceptamos nuestra naturaleza sin más? No seas iluso. A sabiendas de lo que le pasó a mi madre y del tiempo que no me alimento, me sales con eso... Miserable...

Se levantó de golpe encarándome.

-Vosotros matásteis a la mayoría de familias que hoy luchan contra vosotros-odio y tristeza se reflejaron en sus opacos ojos-. ¿¡A eso cómo lo llamas?!
-¡¿Te piensas que no lo sé?!
-¡Eres una aspiración! ¡Solo piensas en matar!

Le di un puñetazo en el abdomen. Ya está. No podía más. Me sentía aún mareada. Me estaba poniendo nerviosa y... Daba igual estar así, ¿quería pelea? Yo le daría pelea.

Aún recuperándose del golpe le susurré al oído:

-¿Y cómo es qué no estás muerto?

No obtuve respuesta. Él cayó de golpe al suelo y no fue hasta entonces que noté como sangraba; creo que le había abierto la herida que le recorría el pecho.

-¡Mierda!-me arrodillé ante él- ¡Zoro! ¡Zoro levanta tenemos que llegar pron...

No acabé. Era una trampa. Sin que me diese cuenta estaba ya boca arriba más mareada aún que antes debido a su rápido movimiento de piernas. Alcé un poco la mirada y vi como tenía tan solo unos puntos abiertos, me la había jugado.

-¡Vamos!-se alejó-

Tomó tres ramas que fue afilando con una piedra mientras yo intentaba ponerme en pie.

-¡¿Esta es la resistencia de las aspiraciones?!-río- ¡Normal que seáis inferiores!

Me toqué la nariz; sangraba, y seguramente me hubiese hecho una herida en la boca.

-Con que tu eres la gran Krem-escupió lentamente-. Si tus amigas aspiraciones dependen de ti van fatal desde luego-me fijé en su sonrisa arrogante-. Pero lo que más pena me da ha sido que tu madre fuese tan subnormal... dar su vida por alguien como tú... No merece la pena tampoco que pusiese en ti sus conocimientos de lucha por lo que veo...

Le miré. Le miré con los ojos más tristes que podrá ver en su vida. A la porra el mareo. Había estado sin comer cerca de un año y el alma de anoche la usé para intimidar al oso pero si tengo que morir por limpiar el nombre de mi madre, moriré.

-Tú has querido entrar aquí..., que lo sepas-le advertí-.

Las pocas reservas que tenía las usé para ganar velocidad. Una patada a la espinilla y cayó al suelo, no paré de darle patadas en sus costados. No paré mis ataques hasta que usó aquellas malas imitaciones de espadas para defenderse, pero no me paré de mover y en uno de mis movimientos clavé su propia espada en su pierna. Bufó del dolor pero quedó de rodillas, lo aproveché para darle con mis rodillas en su mandíbula.

Y hasta ahí llegué. Las reservas se agotaron, apenas podía sujetarme en pie. Es difícil que se te acabe el combustible, más siendo alguien tan prudente como yo, pero no tenía nada que pudiese alimentarme ya y eso implicaba...morir.

-¡¿Krem?!
-¡¿Qué ha pasado?!

Muchas pisadas alarmantemente rápidas fueron mi último recuerdo antes de desmayarme.

Generación de las AspiracionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora