22™

9 1 0
                                    

Perdí la esperanza y me quedé sin ases bajo la manga, y no tenía ganas de nada, pero ¿qué iba a hacer? Esa noche tendría que verlo otra vez. Me puse un vestido naranja ajustado, y no salí de mi casa hasta estar segura de que había ocultado por completo mis pronunciadas ojeras. Cuando llegué a la fiesta, él ya estaba allí, tan guapo como siempre, y totalmente apática me dirigí a su lado. Conforme transcurría aquella noche notaba como él se iba soltando, se le notaba más cariñoso que de costumbre, en un momento ¡hasta me sacó a bailar! Lo que yo no sabía es que eso tan solo era el principio, pues cuando menos me lo esperaba agarró mi mano y me llevó a un sitio resguardado donde se podía hablar. Cuando llegamos, lo noté nervioso, eso no era normal en él, varias veces hizo un intento de hablar, pero no le salían las palabras. Lo miré a los ojos pero no aguanté más de tres segundos, estaba confundida, ¿para qué me habrá traído? Entonces noté como ponía su mano en mi barbilla para alzar mi cabeza, y cuando estábamos uno en frente del otro, en el instante en el que mi mirada estaba perdida en la suya, él fue acercando su cuerpo al mío y su mano libre fue a parar a mi cintura cerré los ojos, disfruté de esos instantes previos al beso, al dulce beso. Me besaba despacio, sin ninguna prisa, con sinceridad. Fue uno de esos instantes en los que parece que se detiene el tiempo. Siempre guardaré esa noche en mi memoria, siempre guardaré ese vestido en el armario y siempre guardaré a ese chico en el corazón.
~Micro-relato mío©

Lo que me Cuentan los UnicorniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora